“Recuerdo que de chica solía burlarme mucho de una amiga que decía que sufría panic attacks. Creía que eran una pavada, un invento. Hasta que me pasó. Yo no sentía que iba a morirme pero sí tenía ataques de llano muy, muy fuertes. Empezaban con una sensación de caída en un precipicio y terminaban con parálisis en las brazos y las piernas y mucha sudoración. Iba de crisis en crisis. Lo cuento y se me hace un nudo en la garganta”.
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