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Guillermo Francella & Nicolás
18/06/2017

Papás todo terreno

Por Flor Rodríguez Petersen l En el Día del Padre los especialistas analizan el modo en que la paternidad se renovó con el inevitable paso del tiempo.

¿Qué tipo de educación preferís para tus hijos?

a- Un espacio de alto rigor académico, que provea herramientas para la inserción laboral a futuro.

b- Un colegio multicultural con desarrollo de destrezas comunicacionales y desarrollo de nuevas tecnologías.

c- Un entorno creativo, versátil y orientado a las nuevas tecnologías.

¿Qué importancia le das a la familia?

a- Es un reservorio de recursos emocionales y económicos.

b- Es algo digno de ser preservado o rearmado.

c- Si bien hay espacios de interacción, prima el individualismo y la independencia.

¿Importa más el juego o las responsabilidades?

a- Tienen prioridad las obligaciones sobre el esparcimiento.

b- Es clave buscar el equilibrio entre las instancias de trabajo y ocio.

c- La diversión tiene mayor importancia que las responsabilidades.

¿Cómo se dividen las tareas en el hogar?

a- En general, de modo estereotipado de acuerdo al género.

b- Se abandonan los estereotipos, pero hay confrontaciones y pactos, priorizando la independencia en el manejo del dinero y el tiempo.

c- Los quehaceres se dividen de forma equitativa.

Puede ser que las respuestas sean variadas en cada caso pero es muy probable que los padres mayores de 50 años, es decir aquellos que nacieron entre 1945 y 1960, hayan contestado mayoritariamente A; que los que tienen entre 30 y 50 años (que vivieron su infancia entre los ‘60 y los ‘80) hayan respondido B; y que los padres más jóvenes -quienes ingresaron a la juventud con el cambio de milenio- se hayan sentido identificados con las C. Y no es azaroso sino que las relaciones entre padres e hijos cambiaron (mucho) en las últimas décadas.

«Los vínculos tienen una importancia vital. Y hoy hay una tendencia a volver a las fuentes, a las raíces y a colocar a la familia nuevamente en el centro», dice la psicóloga Magdalena Clariá.

Psicólogos y sociólogos piensan el modo en que las generaciones construyen los vínculos familiares. Ser padre no significaba lo mismo para los Baby Boomers; los hombres de la llamada Generación X o los millennials. La psicoanalista Mariana Devincenzi de Ipsum advierte que las generaciones son construcciones sociales y no siempre tan delimitadas sino que hay quienes pertenecen a una generación, cronologicamente hablando, pero están más próximos a otra en los que respecta a modos de ser.

A partir de su experiencia en el consultorio, Devincenzi reconoce que hay preguntas eternas: “¿Qué es ser padre? ¿Qué es ser niño? ¿Educamos bien a nuestros hijos? Son cuestiones que se repiten siempre y que cada generación responde de un modo particular. Las preguntas son estructurales, las expectativas cambian”, sentencia al tiempo que reconoce que el avance tecnológico y el cambio en el rol de la mujer son dos aspectos fundamentales a la hora de pensar cómo cambió la paternidad en los últimos 50 años. “Si tuviera que armar arquetipos, diría que los Baby Boomers tenían una foto, estática y con roles bien definidos en la que se destaca la figura del padre como sostenedor de la familia, ahí hablaría de patriarcado. La Generación X se asocia al video, con algo más de movimiento y también con algo más cuestionador. Hoy, los millennials, tienen el celular con nueve mil fotos: ya no hay una imagen sino una sobreabundancia de información y con eso tienen que lidiar los jóvenes”, dice.

En el intento de hacer una radiografía de los Baby Boomers, la psicóloga Magdalena Clariá señala que “fueron educados por padres estrictos y la firmeza era el valor fundamental de la paternidad. La conexión emocional quedaba a un lado, el castigo físico estaba presente y no era cuestionado. No ayudaban en casa. Se ocupaban de trabajar y ser el sostén de la familia. No pasaban tanto tiempo con los hijos porque debían ocuparse de las responsabilidades laborales”.

Según Devincenzi, estos padres creían fervientemente en las instituciones. Y ello derivó en que, como afirma Beatriz Ergo, Directora de la carrera de Psicología y Sociología de la Universidad Siglo 21, “buscaran para sus hijos espacios educativos de gran rigor académico que proveyeran herramients para facilitar la inserción laboral a futuro”. El sacrificio para lograr un objetivo fue un valor clave para esta generación, pero fue cuestionado por quienes la sucedieron. Y, tal vez por eso, la Gen X se rebeló contra esta imposición. “Funcionaba la idea de que si uno hacía esto podía lograr aquello. Pero esta creencia fracasó y ya no sabemos si vale la pena el esfuerzo para llegar a un lugar ni sabemos si es posible alcanzar eso que se supone que es bueno”, explica Devincenzi. Y, en sintonía con esta idea, Clariá añade: “Se dio un movimiento pendular, después de tanta distancia y firmeza los padres de la Gen X trataron de ir al otro extremo dándole mayor relevancia a lo vincular, escuchando más a sus hijos. Y en muchos casos la permisividad le ganó a la culpa de ser demasiado rígidos”, señala y sigue: “Mucho preguntar ¿Qué querés mi amor? Y pocos límites -tan necesarios- bien puestos”.

“Nadie quiere ser el malo de la película. Pero este personaje es fundamental para estructurar la niño, ya que los límites son esenciales en la construcción de la persona”, afirma Mariana Devincenzi.

La generación siguiente, los que recién están ingresando a este mundo inabarcable de la paternidad, son los millennials. “Ellos están en la búsqueda de un equilibrio mayor”, afirma Clariá y agrega: “Ponen al ego en primer lugar y cuestionan la educación académica tradicional. Los papás van con sus hijos a talleres de estimulación musical o lúdicos; tratan de pasar más tiempo con ellos antes de escolarizarlos y comparten las tareas de la casa con la mujer, de igual a igual”. Devincenzi enfatiza esta idea de que “son padres que quieren estar presentes y esta necesidad muchas veces pasa de ser un deseo a ser un mandato”, indica al tiempo que reconoce la dificultad a la que se enfrentan estos jóvenes tan apasionados y ávidos de probar el universo interminable de opciones que tienen a mano para guiar a sus hijos. “¿Cómo se las arregla uno ante tantas posibilidades tan atractivas? Los millennials tienen el ideal de explorar y a veces trasladan esto a sus hijos. Por ejemplo, si un niño disfruta la pintura -como juego- enseguida piensan en anotarlo en una escuela de arte”, concluye.

Sin importar de qué época se trate, siempre será clave la misión de educar a sus hijos. “El niño necesita un padre. Llegamos al mundo inválidos y necesitamos del otro para nutrirnos”, afirma Devincenzi al tiempo que Clariá reflexiona:  “En todos los casos los vínculos tienen una importancia vital. Y, aunque a veces el contexto nos quiera convencer de que esto ya no es así, hay todo un movimiento para volver a poner a la familia en el centro”.

 

 

 

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