Los viajes suelen ser un universo fascinante, así como el arte. Es por este motivo que desde sus comienzos los fundadores de la firma Louis Vuitton vincularon a la marca con diferentes expresiones artísticas. El puntapié inicial fue en 1867 cuando se llevó a cabo la Exposición Universal de París (La Torre Eiffel era el arco de entrada a la feria y se construyó con ese propósito) y decidieron montar un stand, el único de moda. El nieto del fundador de la compañía, Gaston, fue además vicepresidente de la Exposition Internationale des Arts Décoratifs, en la cual se acuñó el concepto Art decó. Mismo, en 2014 Bernard Arnault (propietario del grupo LVMH) creó la Fundación Louis Vuitton, que se encuentra en las afueras de París y exhibe colecciones temporales de diversos artistas, además de fomentar el desarrollo de incipientes creativos.
Desde siempre sus vidrieras en las sucursales de todo el mundo fueron grandes muestras de arte y muchísimas fueron intervenidas por reconocidos artistas. La llegada de Marc Jacobs a la maison en 1997 como Director creativo impulsó estas iniciativas. Y así comenzaron las colaboraciones en diversas líneas con artistas de renombre. Takashi Murakami, Azzedine Alaïa, Manolo Blahnik, Helmut Lang, Vivienne Westwood, Rei Kawakubo (de Comme des Garçons), Yayoy Kusama y hasta el Káiser de la moda, Karl Lagerfeld, dejaron su impronta en carteras, báules, valijas, vidrieras y en el tradicional monograma. La última y original a pedido del nuevo Director Creativo Nicolas Ghesquière fue de la mano de Jeff Koons. La idea fue aggiornar las estampas clásicas y llegar a un público más joven y osado a la hora de comprar. Entonces, este artista estadounidense con influencias del arte kitsch, creó la colección Masters que consistió en trasladar famosos cuadros de grandes pintores a los pañuelos y carteras de Louis Vuitton.
La Gioconda de Leonardo Da Vinci, Marte, Venus y Cupido de Tiziano, La Gimblette, de Fragonard, Campo de trigo con cipreses, Vincent Van Gogh y Tigre y Leopardo, Caza de Rubens fueron los cuadros elegidos. “Lo que quise hacer con esta colaboración es mostrar que a partir del arte, y en este caso histórico, cualquier persona u objeto puede ser transformado”, cuenta Jeff Koons, quien agrega: “Para replicarlos pasé largas horas en busca de cada detalle. El vínculo que me une a ellas y a los artistas es de puro respeto y admiración”. Además de todo lo especial que le imprimió el estadounidense a las carteras le agregó su creación más conocida: el Ballon Rabbit, que pende de cada manija. Dentro de cada producto, viene, además una biografía y un retrato del pintor en cuestión. “Con estos bolsos las calles de todas las ciudades del mundo se convertirán en pasillos de museo”, lanza el artista.
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