Por Pablo Steinmann l Nació en Cuba, emigró a España y luego a la meca del espectáculo. Hoy secunda a Ryan Gosling en Blade Runner 2049 y en esta entrevista exclusiva nos habló de su vida, sus sueños y planes.

«¿Quién no es fan de Blade Runner?”, pregunta del otro lado del teléfono Ana de Armas sin esperar respuesta. “Apenas supe que formaría parte de la continuación de esa historia –agrega- me puse a verla de nuevo pero con otros ojos y muy emocionada de integrar algo así”.
Nacida en La Habana hace 29 años, esta joven comenzó su carrera en su tierra pero gracias a su ciudadanía española se mudó a Madrid a los 18 y allí se hizo famosa con El internado, una serie éxito de suspenso donde interpretó a Carolina durante las siete temporadas que duró. Ese fue su trampolín a Hollywood, adonde viajó para participar de una película “independiente” (El lado oscuro del deseo, de Eli Roth y con Keanu Reeves como protagonista) y se terminó quedando para siempre. “Al menos mientras siga teniendo trabajo”, acota ella, que el año pasado secundó a Edgar Ramírez en Manos de piedra y ahora hace lo propio con Ryan Gosling en Blade Runner 2049, estrenada hace poco en nuestro país y en la que interpreta a la misteriosa Joi.

-Por tu experiencia, ¿dirías que Hollywood se abrió al mundo latino?
-Es complicado, porque Hollywood sigue siendo un lugar muy difícil para las latinas. Los papeles para mujeres escasean, pero para latinas prácticamente no existen. O son estereotipos muy marcados. Es una batalla constante contra una industria que lleva décadas funcionando así. La única solución posible es dejar absolutamente todo en cada audición. Espero que cada vez más actrices latinas se sumen a esta industria y logremos desmontar un poco esa estructura.

-¿Vas seguido a Cuba?
-Sí, tengo una relación muy estrecha con mi tierra, voy entre tres y cuatro veces al año. Estoy muy al tanto de lo que sucede, y también de lo que no… Allá están mis padres, mis amigos y mi cultura, claro.

“Crecí en Cuba, nunca tuve teléfono, ni hablar de Internet y es por eso que me suele saturar tanta interacción a través de aparatos y redes sociales… Me asusta un poco”.

-¿Estás plenamente adaptada a Los Ángeles?
-Digamos que sí, aunque es una ciudad difícil. Para adaptarse, moverse, conocer gente… Pero bueno, últimamente he estado trabajando tanto tiempo fuera de la ciudad que han logrado que la extrañe (ríe).

-El rodaje de Blade Runner 2049, de hecho, fue en Budapest, Hungría…
-Sí fueron más de cinco meses de rodaje, muy largos e intensos. ¿Turismo? Visité algunas ciudades cercanas, pero lo que más disfruté fue la visita de muchas de mis amistades de España que me sacó de la atmósfera algo opresiva del rodaje, dominando por ese mundo post apocalíptico, tóxico y solitario del que habla el filme. Me vino bien despejarme esos días.

-Te tocó compartir el set con muchas estrellas: Ryan Gosling, Harrison Ford, Robin Wright, Jared Leto…
-Son grandes estrellas, sin duda, pero lo más importante es que todos me demostraron que además son maravillosos compañeros. Y eso es lo que cuenta. Las experiencias las hacen las personas, no las figuras. Ha sido una suerte compartir tantas escenas con Ryan. Es un tipo muy generoso. ¡Y humilde! Recuerdo que en aquel momento me contó que había terminado de filmar un musical “chiquito y modesto” (esas fueron sus palabras) y resultó que se trataba de La La Land, la película que terminó arrasando en todo el mundo…

-¿Creés, como decía aquella película, que el amor es difícil en “la ciudad de los sueños”?
-El amor siempre es difícil, pero es cierto que Los Ángeles tiene sus propias dificultades. Mirá, una cosa interesante que también planteó y plantea Blade Runner es el poder cada vez más grande que le damos a la tecnología y a la ciencia por encima del contacto humano, de la emoción. Es un poco lo que vemos hoy, ¿no? Yo crecí en Cuba, nunca tuve teléfono, ni hablar de Internet y es por eso que me suele saturar tanta interacción a través de aparatos y redes sociales… Me asusta un poco. Hay algo de mis raíces, de mi cultura y educación que me gustaría que el día de mañana mis hijos conozcan, sientan de cerca, no sé si en Cuba o en algún otro lugara. Pero bueno, prefiero no hacer tampoco grandes planes, la vida ya me demostró que la sorpresa siempre está a la vuelta de la esquina.