El globo aeroestático asciende silenciosamente en un cielo de color azul acero por encima del condado de Sonoma. Una brisa rompe los últimos bancos de niebla, que se extienden como seres fantásticos sobre la suave ondulación de los viñedos. La luz del sol al amanecer añade más dramatismo a la escena. Un lugareño conduce el colorido globo por un verdadero paisaje de cuento en el noroeste de California. “Hoy es un día perfecto”, opina. Otras veces la niebla es demasiado densa. La niebla es enemiga de los pilotos de globo pero amiga de los viticultores, que han dado fama mundial a Sonoma, y sobre todo, al vecino valle de Napa. Durante el día un sol abrasador eleva el contenido de azúcar de las uvas. Por la noche la fría humedad del Pacífico se ocupa de que, a pesar de todo, éstas produzcan las elegantes gotas de los caldos. Los mejores vinos de California cuestan una fortuna.
En 1976 los granjeros de Napa, que hasta aquel momento habían sido objeto de burla por parte de grandes naciones vinícolas como Francia, se hicieron mundialmente famosos de la noche a la mañana. Durante una cata a ciegas en París, el Chardonnay de Chateau Montelena y el Cabernet Sauvignon de Stag’s Leap ganaron a los franceses, tan elogiados como arrogantes. El triunfo de los americanos hizo historia y en 2008 fue llevado a la pantalla bajo el título de Bottle Shock.
“Napa, con sus elegantes tiendas e incontables bares y restaurantes,
es la capital de la región del vino. En cambio, el condado de Sonoma es más tranquilo y tiene precios más accesibles”.
Los participantes de aquella cata con pocas posibilidades de ganar hace tiempo que se convirtieron en súper estrellas. Con el ascenso de los viticultores floreció el valle de Napa, que ocupa unos 50 kilómetros de largo entre Napa y Calistoga. Los árboles frutales hicieron sitio a las cepas y las miserables granjas a las imponentes explotaciones vinícolas. El dinero llegó de la mano de los conocedores de vinos, los hoteles brotaron como champiñones y el impresionante Silverado Golf Resort se convirtió en uno de los mejores de todo el país.
Napa, con sus elegantes tiendas e incontables bares y restaurantes, es la capital de la región del vino. “El valle de Napa es un lugar de gran interés para los foodies”, explica el piloto. Los estadounidenses llaman foodies a las personas para las que comer y beber lo es todo y que consideran esta zona, situada a una hora en coche al norte de San Francisco, el país de Jauja. Los gourmands pueden escoger entre una amplia variedad de propuestas gastronómicas: Basalt y el grill japonés Miminashi son dos de los restaurantes inaugurados recientemente, Torc uno de los más consolidados y La Toque, que cuenta con una estrella Michelin, uno de los mejores locales culinarios de la ciudad. Su chef es Thomas Keller, cuyo restaurante French Laudry en Yountville es un lugar de culto y tiene una lista de espera de varios meses a pesar de sus elevados precios.
Mientras se disfruta de la comida en French Laudry se ven pasar ciclistas una y otra vez, debido a que Napa Valley Bike Tours tiene su sede a pocos metros del restaurante. Aquí se pueden alquilar bicicletas y conseguir mapas con rutas. Los deportistas recorren por tranquilas calles laterales y carriles para bici los casi interminables viñedos o realizan rutas de montaña por el monte Veeder, mientras los ciclo-foodies se desplazan placenteramente de una cata de vino a otra.
Este tipo de palacios son menos habituales en el vecino condado de Sonoma, con excepción del del famoso director Francis Ford Coppola. Si en Napa una cata cuesta unos 50 dólares, en Sonoma no suelen llegar a los 20. “Por eso a muchos turistas locales y habitantes de San Francisco les gusta venir aquí”, explica un guía.
Ese mismo guía hace paradas en muchas explotaciones vinícolas durante las excursiones Bike & Wine (bici y vino) que organiza, en las que se realizan degustaciones y se charla sobre los mejores tipos de uva.
Aunque el presidente estadounidense Donald Trump niege el cambio climático, para la árida California es una realidad, a pesar de que Sonoma y Napa sean oasis verdes. La verdura y la fruta brotan tan abundantemente como los vinos, sobre todo en casa de Katina Connaughton, esposa del chef Kyle Connaughton. Desde 2016 regenta una granja en Healdsburg (Sonoma), que se ha convertido en la segunda atracción turística después de Napa en esta tierra del vino. Katina es una granjera poco ortodoxa que llama la atención incluso en la desenfadada California con su largo cabello oscuro y sus tatuajes por todo el cuerpo. En su restaurante Single Thread Kyle Connaughton presenta recetas embriagadoras para todos los sentidos aunque a precios elevados. El menú de once platos cuesta 295 dólares. Pero para los mega ricos de Silicon Valley estos precios son ridículos.
Al diferencia que el pequeño valle de Napa, el condado de Sonoma llega hasta el mar. En la localidad costera de Bodega Bay se suceden uno tras otro los puestos que venden cangrejos y las elegantes marisquerías. Al norte de la bahía hay gente practicando remo sobre el río Ruso hasta el Pacífico.
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