Se desvive por hablar en español. Y cada vez que lo logra, celebra como un chico. Estamos en el lujoso hotel St. Regis, en la agitada “zona rosa” de la ciudad de México y el actor venezolano es uno de los invitados principales a la cita organizada por Netflix para presentar sus últimas novedades. Camaleónico como pocos, Edgar tiene por delante una interesante maratón de estrenos, que arrancó, claro, con Bright (hasta la fecha, la película más cara de Netflix, con un presupuesto de más de 90 millones de dólares) y seguirá en enero con El asesinato de Gianni Versace, la nueva entrega de la saga American Crime Story (FX) creada por Ryan Murphy en la que encarna al famoso modisto italiano. Su novio Antonio está interpretado nada menos que por Ricky Martin mientras que Penélope Cruz hace de su hermana menor, Donatella. ¿La frutilla del postre de esa seguidilla? En breve lo veremos en su primer proyecto argentino: La quietud, la nueva opus de Pablo Trapero, junto a Martina Gusman y Bérénice Bejo.
-Arranquemos por Bright, ¿cómo describirías a tu personaje en la película?
-Se llama Kandomere y es un elfo, pero de los buenos. Una de las cosas que hacen especial a Bright es que a diferencia de muchas otras historias, acá la magia es algo muy malo, destructivo y peligroso. Por eso los elfos aquí son tan poderosos y temidos, están como arriba de todo en la pirámide alimenticia… (ríe). Son seres muy inteligentes. Y además, muy pero muy elegantes… (sonríe).
-Es realmente extraño verte en un filme de ciencia ficción. ¿Qué es lo que te atrajo del proyecto?
-Muchas cosas. Creo que en esta historia, además, se esconden varias metáforas sociales. Lo que sucede con la magia, sin ir más lejos, es lo mismo que sucede con el privilegio en nuestra sociedad. Todos queremos tenerlo, pero habría que usarlo de manera responsable y constructiva. Hay que saber hacer la diferencia con los dones que a uno le han dado.
“Es muy difícil emparejarte con alguien con tantos viajes en el medio. De todas formas, como decimos los venezolanos: ‘cuando el amor llega, llega’. Jamás dejaría que el trabajo se interponga en mi felicidad personal”.
-En estos años construiste una sólida carrera en Hollywood. ¿Sentís que lo hiciste por fuera de los clichés de latino?
-Mira, cuando me preguntan “¿no te da miedo que te encasillen como latino viviendo en Estados Unidos?”, lo primero que pienso es: “¿acaso no es eso lo que soy?”. Ser latino no es un estereotipo en sí mismo. Y es más, te diría para para Hollywood los latinos ya dejamos de ser exóticos. ¡Por suerte! Creo que la tecnología ayudó muchísimo en eso, hoy en día puedes estar viendo series de cualquier parte del mundo, incluida Latinoamérica, en apenas un segundo. Siento que en mi carrera he tenido la enorme suerte de interpretar muchos personajes tridimensionales, con contradicciones, dobleces, conflictos internos… Me siento un privilegiado por eso.
-¿Es sólo un tema de suerte?
-Bueno, para los japoneses la suerte es una mezcla de riesgo y sentido de la oportunidad y yo creo bastante en esa definición. Por supuesto que también hubo trabajo y esfuerzo en el medio. Y el hecho de que siempre intenté mantenerme fiel a mis búsquedas. Yo nunca quise ser un actor de Hollywood, sino del mundo. Que puede trabajar en Estados Unidos, en Europa, o en Argentina, como lo haré ahora. Siempre busqué eso, explorar y viajar.
-¿Y tu vida se adapta a esa decisión tan trashumante?
-Sí. Hoy de hecho vivo entre tres lugares distintos: Los Ángeles, Nueva York y Panamá. A Venezuela cada vez voy menos.
-¿Como vivís la situación política y social de tu país?
-Con muchísimo dolor. Es muy difícil para mí ver la crisis humanitaria y social en la que ha caído Venezuela. Por mi forma de ser, siempre intento ver una luz de esperanza en todo. Pero en este tema, se me está complicando muchísmo encontrar un foco de alivio o ilusión. Sobre todo porque estamos a merced de un gobierno al que no le interesa encontrar soluciones, sólo se dedica a jugar a la mala política, al divide y reinarás. Lo mismo que hace Trump en Estados Unidos. El populismo no conoce ideologías, no es de derecha, ni de izquierda, sólo crea promesas que jamás va a cumplir. Sobre diagnósticos falsos. Es algo muy antiguo, pero asombra su vigencia.
-Volviendo a lo anterior, ¿no te abruman tantos viajes?
-No, porque así me crié, siguiendo a mi padre, que era militar y diplomático, a todos lados. Ya estoy súper habituado a la vida de aviones y hoteles. Muchas veces me encuentro diciéndole a alguien: “nos vemos en casa. Perdón, en el hotel…” (ríe).
-¿Estás en pareja actualmente?
-No. Y la verdad es que ahí es en donde más se dificulta la cosa, ya que si bien no es imposible, es realmente muy difícil emparejarte con alguien con tantos viajes y compromisos en el medio. De todas formas, como decimos los venezolanos: “cuando el amor llega, llega”. Me encanta mi trabajo, pero tampoco dejaría que se interponga en mi felicidad personal.
-¿Soñás con formar un hogar, una familia?
-Mmm, la verdad es que nunca he tenido como meta esa idea de la “casita feliz”. En estos temas, además, suelo sentir un poco esa vieja frase de John Lennon, que la vida es eso que nos pasa mientras hacemos otros planes, ¿no?…
Tu cara me suena
En Joy fue Tony Miranda, el atorrante ex marido músico del personaje que interpretó Jennifer Lawrence y que vivía en el sótano de su casa (junto a su ex suegro, encarnado por Robert De Niro). Al poco tiempo se reencontró con De Niro en Manos de piedra, donde se puso en la piel del famoso boxeador panameño Roberto Durán. En Bright es Kandomere, un elfo justiciero, y en El asesinato de Gianni Versace (estreno del 18 de enero por FX) encarnará al célebre diseñador italiano. También fue Bodhi en la remake de Punto límite (mismo personaje que hizo Patrick Swayze) y el psiquiatra de Rachel Watson (Emily Bunt) en La chica del tren. En La Quietud, la próxima película de Pablo Trapero, será Vincent, el marido de Eugenia (Bérénice Bejo).
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