El 17 de mayo fue el Día de la Hipertensión Arterial y, como en las últimas décadas, volvieron a alarmar las cifras sobre el consumo de sodio en Argentina y el resto del mundo. De acuerdo a un estudio del Ministerio de Salud, en nuestro país se incorporan 12 gramos diarios de sal por persona, cuando la recomendación que brinda la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 5 gramos. Como consecuencia, más del 34 por ciento de la población nacional es hipertensa y el exceso de sal es una las principales causas de morbilidad y mortalidad a nivel mundial.
Contrariamente a lo que dicta el imaginario popular, la ingesta desmedida no proviene del salero en la mesa (que aporta aproximadamente el 25 por ciento de ella), sino de los alimentos procesados y las bebidas, responsables de ente el 65 y el 70 por ciento del sodio que incorporamos a diario y que, como un enemigo oculto, no vemos y nos hace poner en riesgo la salud.
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Corazones que sienten
Si bien el sodio es un mineral que el cuerpo necesita para trabajar adecuadamente, interviniendo en funciones de los nervios y músculos, y ayudando a mantener en equilibrio sus líquidos, el exceso eleva la presión arterial, siendo en Argentina la causante del 62 por ciento de los accidentes cerebrovasculares (ACV) y del 42 por ciento de las enfermedades coronarias, según la OMS. “En los últimos años tenemos evidencia de que los altos niveles también pueden determinar diabetes, deterioro cognitivo en personas mayores, aumento de la rigidez arterial (que se está viendo cada vez más en adultos jóvenes) y patologías renales, entre otras”, amplía el doctor Miguel Schiavone, médico cardiólogo miembro de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA). Para el profesional, suponer que sólo tiene que limitarse el consumo de sal a las personas que presentan hipertensión arterial es un error, ya que “el beneficio de una ingesta adecuada es para la población en general”. De hecho, según la ingeniera Norma Vázquez, gerente de gestión de calidad de Laboratorios Amerex, hay estudios que demuestran que “con la reducción de 3 gramos en la ingesta diaria de sal de la población de nuestro país, se evitarían seis mil muertes por enfermedad cardiovascular y ataque cerebrovascular, y aproximadamente sesenta mil eventos cada año”.
La sal que no vemos
Según lo expuesto hasta aquí, la prevención desde temprana edad y el cambio de hábitos son claves para evitar las consecuencias que la sal puede traer a la salud, tarea nada sencilla si se tiene en cuenta que este mineral está en todos lados, especialmente en los alimentos industrializados, las comidas rápidas, los snacks, los panificados y muchas bebidas. “El delivery y el facilismo están promoviendo una generación de jóvenes que posiblemente viva menos que sus padres por el estilo de vida que lleva”, sentencia el doctor Gabriel Lapman, médico cardiólogo y nefrólogo del Sanatorio Modelo de Caseros, pero anima a revertirlo: “Recomiendo limitar o eliminar el consumo de estos productos -ya que no tienen ningún basamento nutricional- y adicionar a la dieta alimentos que promueven longevidad y bienestar, como vegetales, frutas y frutos rojos; granos enteros como avena, cebada y trigo sarraceno -en los celíacos-; legumbres; crucíferas como kale, brócoli y coliflor; y jugos naturales o agua”. El doctor Schiavone añade que, además de disminuir el consumo de sal, realizar actividad física y una consulta médica son fundamentales para el tratamiento y la prevención de la hipertensión arterial. “Empezar por casa y transmitir estos hábitos a nuestros hijos es la manera más efectiva de hacer una sociedad más saludable y un mundo con corazones más sanos”, alienta sin dudar.
Tips anti sodio
Fundación Barceló brinda consejos para adoptar buenos hábitos alimentarios y reducir el sodio en la dieta:
>Elegir alimentos con menos de 140 mg de sodio por porción.
>No poner el salero en la mesa.
>Lavar con agua hervida los alimentos enlatados antes de consumirlos.
>Elegir como refrigerio frutas y verduras.
>Moderar el consumo de alimentos enlatados y procesados.
>Prepara vinagretas y aderezos caseros en lugar de comprarlos.
>Disminuir el uso de cubos saborizados, salsas de tomate
y otros sazonadores.
>Al cocinar, incorporar especias como pimienta, comino, cilantro
y nuez moscada en reemplazo de la sal.
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