Tienen esa frescura incomparable de cualquier adolescente, pero detrás de esas sonrisas y entusiasmo hay una vida y rutina plagada de muchísimo sacrificio. Comenzaron por pasión o a veces por casualidad a practicar un deporte (y en el caso de nuestras entrevistadas poco tradicional o más vinculado a los hombres), muchísimas tuvieron que mudarse de sus provincias de origen a Buenos Aires e instalarse en el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento) para poder triunfar. En ese arduo camino separadas de sus familias conocieron el sacrificio, la pasión y esa alergía que sólo un triunfo deportivo puede tener. Hoy, todas ellas y cientos de atletas argentinos, están más que entusiasmados porque en menos de un mes comienzan los Juegos Olímpicos de la Juventud y, tienen un sabor muy especial ya que la sede será nada más y nada menos que en Buenos Aires. “Es muy emocionante que sea acá en casa porque nuestros padres, amigos y toda la gente que nos ayudó en esta carrera deportiva van a poder vernos y alentarnos”, cuenta Milagros Cali (17) luchadora de teakwondo. La deportista platense revela que empezó a practicar esta arte marcial porque era fanática de los animé y en especial de Dragon Ball Z. “Quería convertirme en un personaje de dibujitos y empecé a entrenar”, cuenta con algo de vergüenza. Al tiempo un coach la vio, la hizo competir en torneos nacionales hasta que llegó el día que le ofrecieron la posibilidad e entrenar en Cenard para convertirse en olimpista. “Ese era mi sueño”, revela la joven que acaba de regresar de una competencia de alto nivel en Tokio.
Por su parte, Agustina Roth (17), algo tímida pero siempre con una sonrisa, detalla que comenzó a practicar BMX porque andaba en bicicleta con su mejor amigo en su ciudad natal, Bahía Blanca. “Un día llegamos a unas rampas gigantes y nos animamos a saltar. Nos vio un entrenador que daba clases y me propuso ser su alumna”, recuerda, quien al poco tiempo ya competía en las grandes ligas y a los dos años ganó el Mundial en Canadá. Roth vive hace unos meses en el Cenard y no tiene equipo, ya que es la única profesional que hace este deporte. “Hasta hace unos meses no tenía entrenador porque no había”, desliza con gracia para demostrar la soledad que conlleva esta disciplina aquí en el país. Linda Machuca hace más de 3 años que está en el Cenard. Y, como sucede normalmente, la vida tenía otros planes para ella. Creció en Jose C. Paz y como su mamá trabajada todo el día la obligó a ocuparse con un deporte, así fue como eligió patín carrera. “Competía en torneos y no me iba mal, pero yo quería por lo menos ganar un nacional. Un día el entrendor notó que tenía mucha fuerza y una buena contextura física para hacer lucha y así empecé”, revela quien fue medalla de bronce en los últimos Juegos Panamericanos. La última y la que a simple vista tiene el trabajo más complejo es Martina Armanazqui Tur que hace pentatlón moderno, que incluye natación, esgrima, tiro y running. “Comencé con natación, pero un día me invitaron a probar las demás disciplinas y me entusiasmé”, cuenta la deportista. Por lo general los horarios de entrenamiento de las chicas son muy arduos, algunas hacen dos turnos y otras tres de lunes a sábado, en esas sesiones de entrenamiento a veces hacen gimnasio y en otras ocasiones practican la técnica deportiva al máximo. Según la cantidad de viajes que tengan que hacer los tutores del Cenard organizan su escolaridad, o van al colegio en el predio o se manejan con la enseñanza a distancia. Todas coinciden que el deporte es su gran pasión y no tienen dudas ni sueños, todavía, de dedicarse a otra cosa. “No pensamos mucho en el futuro lejano, sino más bien en lo inmediato, estamos entusiasmadas con los Juegos”, sentencian y agregan: “Entrenamos todo el día, a lo sumo cuando podemos y tenemos energía nos juntamos en alguna habitación y nos pedimos un helado. Cuando escuchamos tiempo libre lo único que queremos hacer es descansar y ¡dormir!”.
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