«Manual para tomar riesgos». Así debería titular un libro Soledad Fandiño (36), de ser su autora. De pequeña, cuando vivía en Lugano, alternaba sus juegos entre treparse a los árboles y que la buscaran por horas, y su favorito: pretender que era actriz de telenovela junto a su prima. Lo cierto es que era una niña inquieta. Y lo sigue siendo. Esta belleza de ojos azul marino, sonrisa amplia y personalidad tenaz estudió derecho, publicidad y fue modelo. Hasta que finalmente consiguió su primer papel para entregarse a su gran amor, la actuación. Pasó por éxitos como Rebelde Way, Ricos y Mocosos, Juanita la soltera, Son de Fierro, Por amor a vos, Contra las cuerdas, Vecinos en Guerra y Graduados, entre otros. Hoy, después de haber vivido 7 años entre Los Ángeles y Nueva York, donde se recibió de chef, se convirtió en madre de Milo (4), y se separó el año pasado del cantante René Pérez, ex Calle 13, dispara: “Me gustaría conducir. Hace años que tengo ganas de probarme en ese paño”. A la vista está, el desafío la alimenta, la mantiene despierta y en crecimiento. Dueña de un encanto indiscutible, se la ve además radiante y disfrutando el momento. “Cuando empecé en el Bailando… amaba bailar pero hacerlo en estas pistas, que cada vez se pusieron más picantes, fue un reto a mí misma y me voy feliz por el crecimiento logrado”, declara victoriosa. Ahora fuera del show, más tranquila, descalza, en ropa deportiva y a cara lavada (su outfit preferido según declara) se dispone a conversar con revista Luz acerca de cómo es esto de haber dejado una carrera exitosa como actriz para vivir afuera y regresar este año a la Argentina a los brazos de un público que nunca la perdió de vista.
-¿La historia podría llamarse volvió y la rompió?
-(Risas) Nunca pensé en irme del todo, de hecho volví para hacer una tira y una película. Pero hablando de volver a vivir acá, no me imaginé en la vida hacer las cosas que hice con el cuerpo en pleno prime time, haber llegado hasta acá me pone súper contenta. Mi coach, Hernán Alegre, me lo dice todo el tiempo, me recuerda cómo empecé y los logros, haber estado hasta este instancia es un tremendo progreso.
-Quedaste afuera en la noche en que Mery del Cerro
confesó al aire que fue abusada a los 11 años…
-Me pareció muy valiente que quisiera hablar de su experiencia, aplaudo a todos los que alzan la voz porque creo que puede inspirar a otros que aún sienten miedo de hablar. Estoy contenta de que se quede Mery, para ella era un día especial y nosotros conseguimos el
agua potable para la comunidad mapuche de nuestro sueño, luego del homenaje y de llevarlos al piso su pedido traspasó la pantalla. Estoy feliz de haber aportado a transformar esa realidad. A Mery la conozco hace mucho y la quiero.
-¿A vos te pasó vivir alguna situación de abuso?
-No algo tan grave como lo que denunció Thelma Fardín o Mery, pero creo que todas las mujeres de todos los ámbitos tuvimos alguna situación, por la calle, en el colectivo, en un boliche, en la oficina. Por eso está bueno hacerlo visible, decir hasta acá y que la sociedad no convalide más estas cosas. Me encanta que las mujeres estemos más hermanas que nunca, acompañándonos, porque es muy difícil denunciar. Hay un proceso psicológico que atravesar para poder hablar, enfrentar a la gente que te va a creer y a los que no. Por
eso creo que está bueno el apoyo entre todas, da fuerza a otras mujeres que pueden estar pasando lo mismo y decir, bueno, yo también puedo recurrir a mi grupo de mujeres, me puedo apoyar, lo puedo decir.
-¿Qué pensás de las críticas que hubo hacia Thelma?
-Ella era menor de edad en ese momento, 16 años, así que hay que pensar también que existe un proceso para poder registrar que eso no está bien, plantarse para decirlo, entender qué hacer con eso que pasó. Imagino la culpa, los sentimientos que aparecenera una nena, tuvo que pasar todo este tiempo y buscar todo este apoyo alrededor para que sea tomado en serio. La apoyo, estoy con ella, le creo, me parece súper importante que pase en nuestro país, que se sepa que
es algo que pasa acá y no una problemática importada.
Hacernos cargo, hacerlo tema en los medios es clave, hablar de esto ahora en esta nota y las veces que sean necesarias para cambiar esta realidad.
-¿Te llevás bien con la fama, la súper exposición?
-Soy muy consciente, valoro mucho ese espacio, está bueno apropiarse de ese lugar y más en un programa que ve tanta gente, poder transmitir algo, además de quién uno es y lo que hace. Contagiar, inspirar, mostrar realidades que por ahí no tienen pantalla como la de esta comunidad aborigen que apadriné, pedían un aula de material porque tenían una de paja.
-¿Y cómo se disuelve el equipo? ¿Vas a extrañar?
-No voy a extrañar nada porque nos hicimos re amigos, Nico (Nicolás Villalba, el bailarín) vive a tres cuadras de mi casa. Nos vemos los tres con Hernán todo el tiempo. Hasta hacemos las compras juntos, ya estamos hablando de coincidir en algún tramo de las vacaciones, soy muy amiguera y me gusta sumar afectos a mi vida.
-Y del amor a la amistad hay un solo paso… ¿Sos de terminar saliendo con un amigo o sos más de que te gusten desde el primer instante y si no, no podés?
-(Risas), No, no, ahora estoy sola. No necesito estar en pareja para pasarla bien. Estoy con el foco en otro lado, en mi carrera, en mi hijo, disfrutando de los amigos, salgo, me divierto, algo que viviendo afuera no podía hacer. La amistad es algo maravilloso, tengo grandes
amigos, muchos desde hace 20 años, del barrio, de la vida. Pero si incorporo nuevos, todos se conocen. Y por supuesto que me han pasado las dos cosas, terminar saliendo con un amigo y que me gustara alguien desde el principio, pero para nada estoy atenta al tema. Yo me ocupo de mis cosas y cuando tenga que aparecer, lo hará.
-Propuestas no te deben faltar… ¿Qué tiene que tener un hombre para que te interese?
-Que escuche, que sea compañero, supongo que lo mismo que queremos todas, lo físico no es lo que define en mi caso, química tiene que haber, claro, pero no puedo pensar en un tipo de hombre sino en sus cualidades y como me vayan llamando la atención y enganchando, no soy tan enamoradiza.
-Pero René tuvo suerte por redes sociales…
-Sí, pero en ese momento era algo que recién empezaba, aparte, me hablaba de arte, de películas, ni siquiera estaba muy segura de que fuera él, después di de baja Twitter y perdimos contacto… Años después me invitó a salir. Me mandó un ramo de flores enorme a la última función de una obra en la que estaba y me propuso ir a tomar un jugo de naranja. Esa noche conocí a la familia porque él viajaba con las hermanas y no nos separamos más, fue todo muy rápido.
-¿Y ahora cómo se organizan separados y siendo padres
de Milo, que ya tiene 4 años?
-Nos separamos a fin del año pasado, y por suerte nos llevamos muy bien. La verdad es que esto de vivir en países separados requiere más organización pero tampoco es que ocurre algo muy diferente a lo que ya pasaba. Él salía de gira un mes a Europa, yo viajaba, siempre viajamos, todo se acomoda para que lo más importante para los dos esté bien. Milo está feliz de vivir acá, tiene más actividad social que yo, sale con los amigos, tiene fútbol, natación, está rodeado de mi familia y al papá lo ve porque nos ocupamos de que así sea.
-¿Qué disfrutás más de ser mamá?
-Es una experiencia transformadora, te empuja a buscar ser la mejor versión de vos todo el tiempo; me conecta mucho con la ternura, con lo lúdico, con ese entregarse a un mundo con otros ritmos. Milo es un niño maravilloso, amoroso, me acompaña. El otro día decía que quería ir a mi trabajo, pero al de las luces porque claro, yo lo llevaba al ensayo en el gimnasio y al del piso, y él sabe lo que es bueno, quería ir a dónde estaban los reflectores. Tiene una impronta artística tremenda. Le encanta hacer shows, trucos, bailar, actuar, cantar. El escenario es un lugar muy calentito para él, tanto por el papá como por la mamá. Yo trato de no condicionarlo, que sea libre, que sea feliz es todo lo que quiero.-
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