Sus corazones, estrellas y flores invadieron todo lo imaginado. Desde vestidos y fragancias hasta ataúdes y puertas blindadas. Ágatha es una marca registrada de la moda española y mundial. Y vuelve a Buenos Aires todas las veces que puede. “A cualquier madrileño le encanta esta ciudad y yo encima me siento súper acogida y querida -comenta- Una vez que hice un desfile acá y vino hasta Macri. Yo creo que ya debería estar saliendo con esta señora tan guapísima, que hoy es su esposa. Y ella misma fue la que lo trajo a ver mis diseños”. En esta oportunidad viajó por sólo dos días para participar como oradora de la 10º Cumbre Internacional de Jóvenes Líderes, y de paso, presentar su última fragancia Crazy Florever. Se la nota flaquísima. “Es que bajé 18 kilos desde mi divorcio”, aclara ella. Luego de 30 años de convivencia y 3 de matrimonio con el periodista Pedro José Ramírez Codina en junio pasado la relación llegó a su fin. “Un viernes hicimos una producción de fotos para Vogue España mostrándonos como la familia feliz, y al otro día por la mañana mi ex marido me sirvió el desayuno y me dejó”, cuenta la española de 57 años y madre de dos hijos, Cósima (27) y Tristán (20), que trabajan con ella en el emporio más colorido del mundo.
-No te guías por las tendencias, ¿por qué?
-Es que yo misma soy una tendencia. Mucha gente hace cosas parecidas a Ágatha Ruíz de la Prada. En España, por ejemplo, vas a un colegio y le pides a un niño que dibuje un traje mío y lo hace. Y más bonitos, ¡claro!. Los más chicos son los que más han entendido mi concepto.
-¿Y cómo hacés para reinventarte?
-Uh, eso es lo más importante en este oficio y en la vida. Es el desafío más grande.
-¿Cómo lo lográs?
-No sé cómo lo logro, pero ese es mi trabajo.
-¿Qué es la moda?
-Es lo que más felicidad les da a los seres humanos. Si estás bien vestido, estás feliz. En este último tiempo la gastronomía está muy de moda, o sea que si sales de tu casa pituco y encima comiste bien, sos el rey del mundo.
-¿En qué momento creás?
-Constantemente. Cuando mando una carta, armo una vidriera, hago una foto o diseño un ataúd, ¡en todo momento!
-Corazones, flores, color, estrellas, ¿siempre intentás acercarte al lado luminoso de la vida?
-Sí, siempre lo he intentado incluso en mis peores momentos. Por ejemplo, me divorcié y en una semana adelgacé diez kilos. Y me pareció fabuloso, nunca supe cómo se hacía para bajar tanto y tan rápido. En 7 días de tristeza ya le encontré algo bueno al divorcio (risas).
-¿Fue muy dura tu separación?
-Sí, un palazo, pero enseguida me di cuenta que tenía millones de amigos y una vida fabulosa.
-¿Qué es el amor para vos?
-Este verano me preguntaron quién es el amor de mi vida y yo respondí: el próximo. Y de verdad es así. Ahora que estoy separada empecé a ver cosas nuevas a ilusionarme con todo. No sé qué me sucedía antes que estaba tan insensibilizada. Tenía una vida muy repetitivia y claramente me faltaba chispa. Ahora me pregunto: ¿cómo puede ser que estuve 30 años así?
-¿La separación potenció tu creatividad?
-Sí. No me permití estar ni diez minutos llorando en la cama. Intenté respetar mi agenda. Esto pasó un sábado y a los 9 días viajé por trabajo a Bogotá y Guatemela y nunca pensé en anular el viaje. Al principio notaba que no iba al ciento por ciento, pero de golpe un día estaba al 40 y así sucesivamente hasta el 100. El trabajo es lo más importante, es lo que te da la vida… Los amigos son vitales, en la primera fase, las mujeres y en la segunda todos. Y, por supuesto, hacer lo que te gusta. Lo primero que deseé después del golpe fue ir al Museo del Prado.
-¿Cuán alocada y alegre es tu vida?
-La vida tiene que ser bonita. Si fuera un rollo, mis diseños serían un aburrimiento. Eso se refleja.
-¿Cómo te cae el paso del tiempo?
-Ahora estoy en una época un poco complicada porque la nueva soltería me agarró un poco mayorcita (risas). Pero me siento tan bien, nada que ver a los 20 años cuando conocía un tío y ya tenía que pensar en tener hijos y en no equivocarme. Ahora puedo hacer lo que quiero, porque ya hice y tengo todo: casa, casa de campo, dinero. Sólo necesito divertirme.
-¿Qué cosas te divierten?
-Todo, porque no necesito nada.
-Para terminar, viniste a dar una charla a jóvenes profesionales, ¿qué querés transmitirles?
-Crecí en una familia de clase alta en la que no trabajaba nadie. Solo mi papá y comprendí que el trabajo es la felicidad total. Hoy los niños dicen esa tontería de ojalá no trabajara o viajara toda mi vida y no se dan cuenta del nivel de libertad, de independencia, plenitud y felicidad que te da tu trabajo. Yo viví un palo tremendo con mi divorcio y me recuperé en unos meses gracias a la actividad. El lujo no es no trabajar, sino trabajar.
Grosera y altanera como pocas