Finalmente, un día, la capital de la moda tuvo un museo dedicado a la couture. Se trata de la galería Yves Saint Laurent que rinde homenaje a la Alta Costura del siglo XX.

Hace un mes abrió sus puertas en París el Museo Yves Saint Laurent. Una exhaustiva colección -vestidos, accesorios, libros y bocetos- se distibuye en los salones de la antigua e histórica casa del modisto, a pocos metros del Puente del Alma. El lugar fue testigo de muchos años de labor intensa del estilista, de sueños compartidos y de noches de insomnio. Alegrías y frustraciones quedaron encerrados entre las paredes de ese edificio al que muchos consideran un templo.

En realidad sería correcto hablar del museo de Yves Saint Laurent y Pierre Bergé ya que es imposible separar estos dos nombres como fue imposible separarlos durante todo el período que vivieron juntos. Bergé fue mucho más que un mentor para el modisto. Fue su amigo, su compañero y su todo, como dice el audiovisual que se proyecta sin fin en una de las saldas del museo. Para Bergé, Saint Laurent no sólo fue un compañero de vida y aventuras sino también su ídolo. La química que había entre estos dos grandes coleccionistas de arte dio como resultado un impresionante patrimonio cultural que no incluye solamente los objetos exhibidos en la maison de Saint Laurent sino también los tesoros que enriquecen la fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, donde se descubren souvenires de los lugares más recónditos del planeta.

Las prendas fetiches de Yves Saint Laurent, entre las que se destacan el smoking; la chaqueta sahariana y el trench coat, están expuestas a modo de homenaje al arte creativo.

El museo es producto de largos años de conservación, de paciencia y de conocimiento; un trabajo donde ambos pusieron energía, talento y voluntad. Recorriendo los salones por los que alguna vez pasaron reinas, princesas, políticos y actrices se siente nostalgia por la ausencia de un gran genio que dejo huérfana a la moda parisina. En su estudio del segundo piso quedó intacta la mesa de trabajo con sus pertenencias y sus últimos dibujos.

Las prendas fetiche de este gran estilista, entre las que se destacan el smoking que abrió el camino a la moda unisex; la chaqueta sahariana y el trench coat, están expuestas en los salones del museo a modo de homenaje al arte creativo. En total son unos cinco mil ítems pertenecientes a colecciones inspiradas en los viajes del diseñador a China, India, España, Rusia y África, entre otros destinos.
El recorrido es un paseo por tres décadas de creatividad, desde 1974 hasta 2002. Y allí, nada es completamente nuevo para los visitantes que conocen bien cómo el modisto impactó en el mundo de la moda. Chaquetas, faldas, vestidos y trajes de noche estuvieron durmiendo durante años en un depósito preparado específicamente para su conservación por Bergé y Saint Laurent. Para 2018 las autoridades del museo tienen prevista una muestra especial en torno a Asia. La idea es realizar cada año una exposición temática exaltando facetas y etapas del couturier. El paisajista Madison Cox -actual presidente de la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent- estuvo presente en la inauguración de la galería que ocupa unos 450 metros cuadrados y será dirigida por el curador Björn Dahlström. Casi en simultáneo se llevó a cabo la apertura de otro museo con vestidos de Yves Saint Laurent en Marruecos, uno de los sitios favoritos del creador.

Además de crear una firma que revolucionó la Alta Costura e imponer prendas que marcaron una época, como el icónico vestido Mondrian (que hoy es símbolo de los ‘60), la dupla Saint Laurent-Bergé entendió la importancia de conservar los tejidos. Por ello hoy los museos de la fundación que crearon entre ambos tiene dos de los museos de moda más importantes a nivel mundial.