En su pueblo, Dolores, su padre escuchaba jazz, su madre ópera, sus hermanos rock y su hermana música brasileña. Y ella, la más chica de la familia, se nutría de todos esos ritmos. Inés recuerda que en la casa no tenían televisor, entonces los libros y los discos eran su gran pasatiempo, así como las clases de danza. El asado del domingo tenía como cortina musical a Louis Armstrong y cuando su mamá lavaba los platos escuchaba La Bohéme. Claramente ese drama teatral convertido en ópera le despertó sus ganas de dedicarse a la actuación, y, sin quererlo, más tarde, a la música. “Es una reconexión con un recorrido musical de toda mi vida”, cuenta Inés que acaba de presentar su disco Nude (“Elegí ese nombre porque este proceso tiene todo lo brutal, abrumador y estimulante de un nacimiento”) y que se presenta el 22 de septiembre en el ND Ateneo.
-Haciendo un repaso por tu carrera, se llega a la conclusión que la zona de confort no es claramente lo tuyo…
-No la conozco, pero me encantaría visitarla alguna vez en la vida. Es una expresión moderna que me asombra, entonces pienso cuanta gente hay en el mundo sintiéndose intasisfecha con su realidad. Tengo un enfoque muy taoísta de la vida: no siento que yo busco, sino que la vida me presenta oportunidades y las voy tomando.
-¿Cómo llegó la música a tu vida?
-De una manera muy fortuita. Cuando abandoné la actuación, la docencia y la dirección estaban en mis planes, pero sentía que la música, por el respeto que le tenía, era un terreno que no me correspondía. Un día casualmente una agencia de prensa me convocó para que cante en un evento, enseguida lo rechacé y se lo comenté a quién era mi pareja en ese momento (Javier Malosetti) que me incentivó a animarme a hacerlo. Finalmente canté temas frente a muchas personas de pie tomando champagne y comiendo, después de que trascendí semejante situación hostil, me entusiasmé y armamos el dúo de jazz, luego dividimos aguas y la banda me vino a convocar. Es fanatástico lo que me sucede, es iniciar una carrera nueva en un momento de la vida en la que la gente suele tener todo resuelto.
-¿Qué hacés cuando no estás ocupada?
-No existe ese tiempo, a veces lo fuerzo, generalmente cuando no doy más. Así es como no se convierte en un ocio creativo, lo único que puedo hacer es quedarme tirada con la mente en blanco o durmiendo no más de media hora. No sólo llevo adelante lo de la banda, sino la crianza de las niñas, además mi casa está siempre a medio hacer así que soy de agarrar el taladro e instalar algo.
-Si tuvieses, ¿qué harías?
-Escribir mi segundo libro que está pendiente y viajar.
-Si te digo la palabra maternidad, ¿qué se te viene enseguida a la cabeza?
-Desgraciadamente me decís esa palabra y se me viene a la mente un mandato social al que la mujer se está resistiendo como imposición justamente para poder elegirlo y hacerlo bien. La maternidad está sobrevalorada e idealizada, es un sacerdocio, un puesto irrenunciable, las madres no somos superheroínas bajo ningún punto de vista, no somos seres especiales, no somos dignas de loas ni pleitesía… Es hora de desmitificarla, que se sepa que somos falibles y que no se hable de la maternidad como algo pristino y bucólico. Me ha pasado de dar una vuelta manzana antes de entrar a casa porque no tenía la fuerza necesaria para afrontarlo y porque sabía que cuando cruzaba la puerta tenía que ser Iron Man disfrazada de payaso. ¡Digamos las cosas cómo son!
-Se suele decir que el ser madre te hace correr el foco de vos misma…
-(Interrumpe). Puede ser que para la persona que siempre vivió para si le suceda eso y es lógico. En mi caso fue al revés, siempre viví para los otros, entonces tuve que aprender lo contrario. No hay que postergarse como mujer, hay que aprender a priorizarse para estar bien y afrontrar la crianza de la mejor manera posible. Hay que darles el ejemplo de persona plena a los hijos, la enseñanaza no es verbal es ejemplar. Entonces cuando me animé a cantar, que siempre es a la noche, me muní de dos niñeras y quizá resigné ese día de bañarlas a la tardecita, pero elegí que vean a su mamá feliz y que me digan: “Mamá, ¿te vas a cantar? Que te vaya lindo”…
-¿Qué aprendiste de Cielo y Vida (N. de la R.: sus dos hijas adoptadas junto a su ex Fabián Vena)?
-Uff. Son dos sobrevivientes, yo también lo soy, pero tengo mucha conciencia de mi trayecto, ellas son dos nenas y tienen una fé y alegría de vivir muy conmovedora. Por otro parte, veo a pesar del retraso madurativo (que en el caso de Vida es leve y en el de Cielo es bastante pronunciado) que son conscientes de sus dificultades y que no claudican. Quieren más para si mismas, una de una forma más consciente y otra de manera más inconsciente. Tuve que desarrollar la templanza, la paciencia, el sobre ponerme a la conmoción que me provocan sus dificultades para apoyarlas de la manera más desafectada posible… Todo lo que estoy aprendiendo con ella es del orden existencial. Luego aprendí a flexibilizarme y aceptar que mi vida es con ellas, que es caótica y que va a ser siempre una improvisación constante y que tengo que estar preparada para atajar los penales con las herramientas con las que cuento, porque las ideales no están nunca.
-¿Por qué decidiste escribir la carta pública relatando sobre tus dos abortos en la juventud?
-El objetivo nunca fue hablar de mí, sino mostrarle al mundo que como el mío hay miles de casos insospechados y que están más cerca de lo que cualquiera supone. Quise demostrar que nadie quiere el aborto y que, al contrario, estamos tratando de evitarlo, por eso se habla de educación sexual y previsión, pero que realmente cuando una persona está atravesando una situación en donde no tiene una contención familiar debería haber un estado organizado para contener a nivel salud pública y asistencia social con contención psicoemocional. Entonces quizá personas como yo podrían haber experimentado otro camino. Quise que se entendiera lo injusto de la realidad y decidí contarlo, ¿para qué ocultarlo? Permanecer en el anonimato es colaborar con la idea del tabú.
-¿Cómo te llevás con el paso del tiempo? Es muy difícil más aún para las mujeres y actrices…
-Es tremendamente cruel. (Piensa). Una vez sola me sentí vieja en mi vida y fue a los 25 años cuando vi que toda mi generación tenía hijos y esas cosas que había que hacer y pensé que me estaba perdiendo de algo… Mi gran preocupación no es ir contra la ley de gravedad -que es una batalla perdida-, sino está relacionada con no cumplir con mi destino. Mi preocupación es que un día me muera y no haber hecho todo eso para lo que estaba diseñada. Por otro lado, me preocupa en relación a mi hija menor, que es una nena que no va a poder valerse por si misma aparentemente, entonces me preocupa no estar o cómo crear una red de contención familiar que haga que no termine internada.
-¿Cómo te llevás con la soledad?
-La gente asocia la soledad con el hecho de no tener pareja, y si sos mujer, si sos varón no te lo preguntan. Yo nunca estoy sola, cuando las nenas se van con el papá y logró tiempo para mí misma lo disfruto. Respecto de la pareja, me encanta la vida de a dos y la convivencia, pero si es fluida, agradable y cómplice. Tengo una vida con tantos frentes que atender que pienso que mi próxima relación es requerimiento base debería ser la ausencia de conflicto.
-¿Qué aprendiste con los años sobre el amor de pareja?
-Siempre lo supe, pero ahora lo pongo en práctica. Lo más importante para mí es poder ver con claridad si con esa persona va a haber un intercambio nutritivo o no, y sino va a haberlo, elijo no perder el tiempo. La vida es muy preciada y preciosa y el amor es la suma de dos voluntades apuntando a un mismo objetivo. También me di cuenta que la pareja como institución social y el romanticismo nos arruinaron. Por suerte, las nuevas generaciones lo viven y ven sin tanto prejuicio y sin esa idea de pareja longeva.
-¿Te pesa el concepto de la familia?
-Mi familia de origen fue encantandora y pintoresca, pero muy disfuncional, aunque aparentaba ser una familia re tradicional. Padecí el entorno un poco y fui una nena callada, aislada y solitaria que se protegió de eso como pudo. La familia como imposición no me parece sana para nadie, el concepto formar una familia me parece que si sale de tus entrañas es divino, pero en el 98 por ciento de los casos sale de un mandato. Sí entiendo que cuando se logra armonía entre la presencia, en mi caso, de un hombre y los niños se nota que hay algo algo atávico positivo que cierra el círculo, que termina de completar un rompecabezas. Jamás buscaría ese resultado a costa de la felicidad de nadie. Si la ficha no entra, no entra.
-Para terminar, ¿tenés sueños por cumplir?
-(Piensa). Me vino a la mente una frase que dije en mi primera nota cuando empecé a los 19. Yo no sueño, proyecto. No soy de trazar objetivos concretos para no robarle espacio a la sorpresa, estoy abierta a que la vida me ofrezca que es lo mejor para mi, no nos queda otra, ¿no?.
SE ACUERDAN DE LA PELICULA «MATAR AL ABUELITO»??, ..PUES EN ELLA INES ERA MOROCHO Y DE OJOS NEGROS
«La maternidad está sobrevalorada e idealizada, es un sacerdocio, un puesto irrenunciable, las madres no somos superheroínas bajo ningún punto de vista, no somos seres especiales, no somos dignas de loas ni pleitesía… Es hora de desmitificarla, que se sepa que somos falibles y que no se hable de la maternidad como algo pristino y bucólico.» Mi visión es totalmente opuesta; me rindo ante las superheroínas que son mi madre; mi esposa; mi nuera; mis nietas y ¿por qué no? mi bisnieta. Todas femeninas (no confundir con feministas) en su mejor expresión. Loas a ellas. ¿Verdad que sí?