“Entiendo que a los 26 años no es algo habitual,” aclara, sin ánimo de conflictuarse. Es bárbaro llegar a casa y tener la comida hecha. Mi abuela es una genia, cocina muy bien. Ya pasé por la experiencia de convivir con alguien y vivir sola y no poder pagar el alquiler. Este trabajo es muy inestable,” relata.
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