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La idea de Aldo y sus socios -Juan Santa Cruz, ex Casa Cruz y Emilio Lucini, La Dorita-, surgió para responder a una necesidad del mercado: “Hacía falta un lugar con el vino como protagonista. Cada vez que uno sale a comer en Buenos Aires el vino es caro, entonces se termina eligiendo el menos costoso en lugar del que prefiere.” Con más de 500 etiquetas de diversas regiones argentinas -“elegidas en catas a ciegas”, aclara el sommelier- Aldo’s propone una cocina sencilla, bocados que son toda una excusa para degustar tintos, blancos, rosados o espumantes de bodegas más y menos difundidas. “La cocina es clásica -asevera Graziani-, no hay platos en los cuales no se sepa qué llegará a la mesa, tampoco condimentos fuertes ni preparaciones cremosas o pesadas. Comida bien hecha para acompañar un buen vino.”

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Un lugar para el vino
 

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