«Estoy enloquecido con Alejo, mi hijo menor. Habla sin parar, le encanta jugar a la pelota y lo mejor es que siempre ve el vaso medio lleno en todo. Me siento plenamente identificado con su optimismo”.
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«Estoy enloquecido con Alejo, mi hijo menor. Habla sin parar, le encanta jugar a la pelota y lo mejor es que siempre ve el vaso medio lleno en todo. Me siento plenamente identificado con su optimismo”.
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