Luz

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ofrece un menú de tres o cuatro pasos, con foco en las carnes y pescados clásicos. Ejemplos: ojo de bife con paté de hongos, salteado de papines, brócoli y calabaza o pesca del día con emulsión de almendras y berenjenas asadas. Entre sus postres destacados encontramos el crumble de peras y el cremoso de chocolate. Como suele suceder en este tipo de propuestas, la idea de Marchueta y de los dueños del lugar fue amalgamar la cocina profesional con un clima hogareño y personalizado, donde cada detalle importa. La decoración fue pensada así como un equilibrio entre lo moderno y lo antiguo, con vitraux, bibliotecas y mucha obra de arte en sus paredes y mesas. Funciona, claro, sólo por medio de reservas y el propio lugar ofrece paquetes para eventos o cenas grupales. “Es una manera distinta y mucho más original de salir a cenar”, resume Marchueta.

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Sabores escondidos
 

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