“Muchas veces hemos querido cambiar algo y los clientes lo vuelven a pedir. Hay recetas que son inamovibles como los sorrentinos del chef con salmón, el risotto de mollejas en aceto balsámico, la entraña y la provoleta”, resume.
Inquieta, amable, solidaria y por sobre todo muy cálida. Así es esta cocinera que vive atenta al deseo de los comensales a quienes presta mucha atención ya que busca brindar momentos de felicidad. “Sentarse a la mesa es mucho más que simplemente llenar el estómago. Por eso el mejor elogio que me pueden hacer es que un cliente me diga que mis platos lo gratifican y le hacen recordar su infancia”, concluye.
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