- Ui»Ya no se cuándo ni por qué me pegan. Tampoco me importa demasiado”, dice Sofía y la frase hace referencia al vendaval de críticas (la mayoría a través del anonimato de la web, es cierto) que sobrevinieron cuando confesó: “Tengo tres trabajos y no llego a fin de mes”. Sí, en tiempos de escasez de empatía -o de fanatismos exacerbados- su declaración fue vista sólo como una crítica al macrismo hecha por alguien que nunca ocultó su simpatía con el anterior gobierno kirchnerista. La protagonista del filme Madraza, igual, se desmarca: “Nunca dije que la falta de dinero es algo de los últimos dos años, hay una inflación creciente desde hace casi una década. Uno cree que va a parar y no para. Y los sueldos no alcanzan para nada. Y una cosa más: si bien me interesa la política -porque vivo en este país y en este mundo- la verdad es que no creo en ningún político. Es una profesión en la que manda la corrupción, el engaño y, sobre todo, la sumisión al poder que siempre está en las sombras. No soy militante de ninguna fuerza política. En todo caso milito por mi bienestar y el de mi país, tan sencillo como eso”, sentencia.
-Hablando de recursos, ¿cómo organizás tu economía familiar? ¿Compartís ingresos con tu marido, Julián Della Paolera, o son de las parejas que viven con cuentas separadas?
-Compartimos todo. Y para Julián también está brava la cosa. Él es músico y DJ por lo que tampoco le sobra el trabajo. Los mayores ingresos los aporto yo.
-¿Provoca roces eso en la pareja?
-No, y un poco me ofende la pregunta. Vivimos en una sociedad que piensa que si el hombre no sale a trabajar todos los días fuera de su casa es un pollerudo o un vago. Y no es así. Mi marido cuida a mis hijos -Helena (8) y Dante (2)-, los lleva al colegio y jardín, los trae, les da de comer. ¿Cómo no va a ser importante lo que hace? ¿Sabés las veces que salgo a laburar y la casa está hecha un quilombo y lo único que pienso es: ‘qué suerte que cuento con Julián’?” John Lennon fue el primer amo de casa del mundo. Y por eso fue el revolucionario que fue. Volviendo a tu pregunta, no provoca roces. Y eso que Julián no sólo se dedica al hogar: también ensaya, sale a tocar, a pasar música… La única diferencia es que hoy yo gano un poco más de plata, nada más.
-Tomando prestado el título de la película, ¿cuánto tenés de “madraza”?
-Siempre me resulta difícil hablar de cómo soy como madre, siento que en todo caso puedo decir lo que intento ser. O lo que me nace, ya que en general trato de no forzar nada. Hago lo que siento. Por ejemplo, amo cocinarles, llevarlos al cine y muchas cosas más pero no me obligo a hacerlas porque sí. Tampoco me obsesiono con la idea de llevar a mi hija todos los días al colegio. Si un día no llego, o me acosté muy tarde y no logro despertarme, ¿por qué voy a hacerme la sufrida levantándome como sea? Jamás diré ni pensaré esas típicas frases de: “no tengo vida desde que nació tal”. Es un espanto esa idea. Obvio que estaré siempre que mi hijos me necesiten. Pero porque eso me nace del corazón y porque son lo que más amo en esta Tierra. Y a eso apunto, a rescatar lo genuino que tiene la maternidad, no lo impostado.
«Yo soy la antítesis de la mamá sufrida. Los hijos jamás te van a pedir que postergues tu vida o te reprimas por ellos. Todo lo contrario: lo que más buscan es felicidad. Y amor».
-Le escapás a la imagen de madre anegada y sufrida…
-Sí, es demasiado católico eso. Yo soy la antítesis de la mamá sufrida. Los hijos jamás te van a pedir que postergues tu vida o te reprimas por ellos. Todo lo contrario: lo que más buscan es felicidad. Y amor. Así como ellos mismos te dan el amor más puro, feliz y duradero de todos. Pero nosotros nos empecinamos en decir que hay que padecer y sacrificarse. ¡No! Y lo mismo vale para ellos. Si tal día no quieren acompañarme a la casa del tío o a lo de mi amiga, todo bien, no van.
-¿Se te complican los límites con ellos?
-No. Si bien no soy la madre más disciplinada de todas, tampoco soy una hippie total que no le importa nada. Mis hijos saben que hay ciertas cosas que no van conmigo ni con nadie: el maltrato, el golpe, el grito… Y en general lo aceptan de buena gana.
-Admitirás que muchas veces nuestros deseos encuentran trabas de las más variadas. No hay forma de ser sólo lo que deseamos…
-Es cierto, pero siempre hay que intentar estar más cerca del placer que del rigor. Y eso aplica a todo. El amor, por ejemplo, no se trata de encadenar al otro, sino de todo lo contrario: de darle libertad. Hay que empezar a sacarse de encima esos viejos mandatos llenos de culpa. Sobre todo para disfrutar la vida un poco más. Y no te lo digo de superada, soy de las que les cuesta disfrutar, soy neurótica, ansiosa y controladora. Pero bueno, lo intento.
«El amor, por ejemplo, no se trata de encadenar al otro, sino de todo lo contrario: de darle libertad. Hay que empezar a sacarse de encima esos viejos mandatos llenos de culpa. Sobre todo para disfrutar la vida un poco más».
-Recién decías “el amor no se trata de encadenar al otro”¿Te tentó alguna vez la idea de amor libre para tu pareja?
-El amor siempre es libre. Lo que me pasa con la idea de la poligamia es que para mí una pareja implica tanto pero tanto esfuerzo que quiero focalizar ahí, no en la posibilidad de ampliarla. ¿Se entiende?
-¿No se contradice eso con tu idea de seguir sólo tus deseos?
-No, porque esfuerzo no es lo mismo que sacrificio. Yo me esfuerzo para todo. La relación con mi mamá, con mis amigos y también con mi pareja requieren de mucha dedicación. Y así las elijo, porque las quiero. Además, el amor libre también implicaría esfuerzo, ¿o vos creés que es súper fácil levantarse a alguien y llevárselo a la cama? Todo lo bueno implica cierto trabajo. Estar con tu pareja, aceptarlo como es, con sus cosas buenas y malas, tratar de no pelear, compartir el espacio, la rutinas… Sobrevivir al lado de otro, ¡con hijos de por medio! Si no fuera incómodo no sería amor. Por eso, porque cuesta tanto, prefiero poner todas mis energías ahí.
-¿Te pasó alguna vez estar en una relación que no te cueste nada?
-No, jamás. Siempre me costó estar en pareja. Por supuesto que con cada uno fue por razones distintas pero el amor siempre cuesta. Sino, directamente no vale la pena. Lo más cercano a la comodidad es la soledad. Y yo nunca quise eso, de hecho estuve muy pocas veces sola en mi vida. Y por muy poco tiempo.
«Lo más cercano a la comodidad es la soledad. Y yo nunca quise eso, de hecho estuve muy pocas veces sola en mi vida. Y por muy poco tiempo».
-¿Eran placenteros esos momentos de soledad?
-Sí, muy. Y sobre todo necesarios. Es que cuando la cosa funciona me banco todas, pero si no funciona no voy a estar remando por demás. Me voy, chau. Bueno, con Julián después volví… (risas). Pero su caso es especial, distinto: los dos teníamos muchas ganas de volver a estar juntos.
-Julián tiene una hija, Renata (9), ¿cómo te llevás con ella?
-Genial, la amo con el alma. De hecho, cuando nos separamos con Julián yo seguí viéndola. Se lo pedí a su madre, que aceptó sin problemas. No creo en eso de “me separé de vos por ende me separé también de tus hijos”. No podría. A Renata la crié desde los dos años y la conozco desde que estaba en la panza de su mamá. Es parte de mi familia, sin dudas.
-Tu infancia, muchas veces lo dijiste, fue muy singular, rodeada de cierta atmósfera bohemia y adulta. ¿Sentís que hay algo de eso en tu familia?
-Sí. Para empezar, somos un clan bastante nocturno. No tenemos esa cosa de todos a la cama a las 8 o 9 de la noche. Dante, incluso, hasta parece un rockero, suele dormir desde la medianoche hasta el mediodía. Helena también es muy noctámbula, ni te digo los fines de semana…
-¿Le va bien en el colegio a Helena?
-Sí. Justo este año la cambié porque en el anterior se aburría muchísimo. Estaba como desmotivada. Ahora va a la Escuela del Sol, que tiene una enseñanza más lúdica y creativa, y está chocha, con ganas de aprender. La entiendo porque a mí me pasaba lo mismo; me aburría terriblemente con la enseñanza tradicional. La pasaba mal. Me hubiese venido genial una escuela como la que va ella ahora. Que no sea tan militar, tan de memorizar todo y de saberse a la perfección el cuadro sinóptico. Al igual que a ella, ninguna letra me entra con sangre. No es una pose, sencillamente no me sale. Si la paso paso mal, ya no puedo hacer más nada.
-De nuevo tu resistencia al sacrificio…
-Sí, incluso le escapo eso a la hora trabajar. ¿Viste que cada tanto aparecen directores con fama de gritones? Bueno, yo no puedo trabajar con ninguno de esos. No quiero que me griten o que se comporten como ogros conmigo. No funciono bajo prisión, ni para trabajar, ni para estudiar ni para nada. Mucho menos para vivir.
¿A quien le puede importar la opinion de esta pobre hueca mental que ni siquiera abandona sus vicios por su hija
Tuvo que fumar kilos de marihuana para llegar a esa reflexión???.
Esta inimputable se le puede perdonar algo por la madre que la parió. Moria es un monstruo y creó otro monstruito