Antonio Ortega nació en Morelia, México. Allí estudió diseño y estilismo; pasó por la escuela de arte de la misma ciudad y se formó en pintura, escultura, canto, teatro y danza (se destacó en esta área al punto de integrar el ballet folklórico de su país). Paralelo a sus estudios enseñó a los artesanos a mejorar sus técnicas de costura. En 1994 colaboró con la Casa de la Artesanía, donde aprendió técnicas ancestrales que hoy utiliza sin miedo en sus creaciones. En 1996 se desempeñó como responsable del vestuario de la señal Televisa y permaneció en el canal mexicano hasta 2003, cuando decidió viajar a Paris para seguir su sueño de trabajar y aprender moda en la Ciudad Luz.
-¿Por qué decidiste cortar la brillante carrera que tenías en tu país para empezar de nuevo?
-Es verdad que yo ya era un profesional cuando llegué a Francia, pero necesitaba integrarme en el medio de la moda parisina y, para lograrlo, me inscribí en la escuela de estilismo Chardon Savard donde adquirí nuevos conocimientos. Como tengo una personalidad muy tenaz y me había puesto como meta trabajar en París muy pronto logré mi objetivo aquí también. Un día, colaborando con el estilista Dominique Sirop -quien ya estaba dentro del circuito de la alta costura- tuve un click que me hizo comprender qué era lo que yo quería hacer en la moda y de allí en más decidí volar con mis propias alas e iniciar mi carrera poniendo en mis diseños todo lo que hasta entonces había aprendido en México y aquí.
-Cuando uno habla con vos siente que es alguien muy alegre, ¿Traducís esta impronta en tus colecciones?
-Sí, soy alguien vivaz, me gusta divertirme, siento una gran alegría por estar haciendo lo que me gusta y creo que eso lo reflejo en mi trabajo plenamente. Lo he logrado en mi búsqueda, en el encuentro conmigo mismo, desde el momento que decidí emprender y usar mi nombre como etiqueta.
-Por tus palabras da la impresión de que exigís mucho tanto en lo personal como en lo profesional…
-Puede ser. Soy tenaz, disciplinado y me gusta la perfección. Pero ya entendí que lo perfecto no existe, es como una utopía. Entonces, uno debe hacer todo de la mejor mejor manera posible y eso es lo que yo hago cada día en mi trabajo.
“Siento una gran alegría por estar haciendo lo que me gusta y creo que eso lo reflejo en mi trabajo plenamente.”
-Estudiaste danza. ¿Aplicás esos conocimientos al trabajo de diseñador?
-Me dio muchas bases y se ahora cómo van a reaccionar mis prendas, cómo se van a mover en una mujer. En el movimiento del cuerpo va a reflejarse la forma de vestir y para mí es muy importante. Este conocimiento se lo debo a mi formación.
-¿En qué te inspirás a la hora de crear?
-Generalmente, de lo que vivo en cada momento. No me suelo partir del pasado ni de lo que podría ser una moda futurista. Conozco todas esas bases, me gusta la cultura, me encanta el arte, y siento que mi inspiración viene de lo que he visto sin enfocarme necesariamente en una manera de vestir o a una ideología que se vivió antes. Creo cortes interpretando lo que veo con mis ojos. Me inspira, por ejemplo, lo ligado a la tradición indígena. En México hay mucha riqueza de culturas que fui absorbiendo a través de los años y, cuando llegué a París, me empapé todo lo que vi aquí; fui enriqueciéndome con diferentes técnicas de bordados, tejidos y cortes. Ahora que vivo mucho tiempo en Montreal, ya que es allí es donde tengo mi atelier, también me inspiro plenamente de las cuatro estaciones que tiene y que allí son tan diferentes.
-¿Cuáles son los materiales que utilizás para tus colecciones?
-Me gustan los textiles nobles y prefiero tejidos naturales de seda, algodón o cachemira. También intento incorporar materiales nuevos que facilitan el trabajo artesanal como el que me gusta hacer. Por ejemplo cuando hago prendas para los clientes en invierno utilizo insumos que son especiales para aislar del frío. Esto me permite confeccionar prendas que son más interesantes por el diseño y que al mismo tiempo son muy útiles.
-¿Cuál es tu marca de fábrica?
-Los tatuajes en el cuero, los acabados sin terminar y las faldas de torsión. Hoy en día las prendas de Antonio Ortega son la síntesis de riquezas que he tenido a lo largo de mi vida e intento proyectar a cada diseño. Juego con la sensualidad de colores, cortes y formas.
-¿Por qué te gusta vestir a la mujer actual?
-Siento que se destacan por su espítiru audaz e independiente. Son personas a las que les gusta sentirse bien, saben que son únicas y en ese sentido creo que se identifican con la marca. Me encanta vestir a las parisinas porque me atrae su aspecto sofisticado, su deseo constante de combinar y su libertad para elegir el vestuario.
-¿Tu línea de prêt a porter es una extensión de la de alta costura?
-Sí. Decidí hacer una copia de mí mismo para el ready to wear. Veía que muchos copiaban de otros y entonces me dije. ‘Bueno, si los demás imitan looks ajenos, yo puedo copiarme a mí mismo’.
-¿Qué te hace feliz?
-Hacer lo que yo quiero, a mi manera. Estoy super contento, sobre todo, porque la autenticidad es lo que le ha dado fuerza y valor a mi marca y a mi nombre. Acutalmente estoy creando un oasis donde los clientes que vengan a beber mi agua se interesen en lo que yo hago para poder seguir creciendo.
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