Por Florencia Rodríguez Petersen l En sintonía con el auge del diseño sustentable lo artesanal gana protagonismo. Un libro reúne experiencias y quehaceres de todo el territorio nacional. En simultáneo, el INTA presentó una tienda con productos exclusivos de diversas regiones.

La vida, cómo un telar, se va tejiendo con hilos -momentos- que se unen para formar un motivo original. Y, aun cuando la trama parezca azarosa, todo se piensa en el hacer. Por eso no es casual que Reflexiones sobre las artesanías textiles argentinas, libro que reúne experiencias de trabajadores, comunidades y diseñadores en todo el territorio nacional, se haya presentado en el Museo de Arte Popular José Hernández: una de las pocas instituciones argentinas que tienen muestras virtuales de moda en Google Arts & Culture. “Esta publicación es un proyecto del Mapa Cultural y Productivo del Textil Artesanal, un colectivo integrado por diferentes ministerios”, cuenta Sofía Marré del Observatorio de Tendencias del INTI, institución clave en la coordinación de los variados actores involucrados en el proceso de censo, rescate y puesta en valor del quehacer artesanal: el Ministerio de Producción (área a la que pertenece el INTI); el Ministerio de Cultura (mediante MATRA, mercado Nacional de Artesanías Tradicionales de la república Argentina); el Ministerio de Desarrollo Social; y el Ministerio de Agroindustria (con la participación de INTA). “Comenzamos haciendo un relevamiento para poner luz sobre algo que ya ocurría en el país: ¡Hay un montón de artesanos que no tienen forma de darse a conocer entre diseñadores y personas que quieren comprar sus productos!”, señala y explica que el primer paso fue crear un registro nacional (ReNATRA) al que ya se inscribieron unas 7 mil personas que además de generar ingresos hacen su aporte para poner en valor las raíces culturales y la identidad de las diversas poblaciones del país.

«Se trata de pensar la actividad artesanal como algo social: el objeto es su producto pero quizás no su última razón de ser”, afirma Cecilia Pérez de Micou.

Una vez abierto este espacio, se organizaron jornadas de reflexión e intercambio. “Estos encuentros, de los que se nutre el libro, buscaban analizar problemáticas, prácticas y desafíos ligados a la industria y propios de cada región. Queríamos pensar cómo se comunica lo artesanal, debatir asuntos que son comunes a los diversos actores involucrados”, comenta Marré. Estos intercambios pusieron de manifiesto, por ejemplo, que en muchos casos lo productivo impactó positivamente en áreas de salud y educación, además de significar un mayor empoderamiento de la mujer y una mejora en la calidad de vida de las comunidades. “Se trata de pensar la actividad artesanal como algo social: el objeto es su producto pero quizás no su última razón de ser”, afirma Cecilia Pérez de Micou, investigadora de CONICET, en el texto sobre patrimonio que forma parte del libro. En la misma sección, la historiadora Celestina Stramiglioli resume el impacto del quehacer en las distintas regiones e invita a reflexionar sobre la importancia de valorar las artesanías no sólo como objeto de consumo sino también como signo de cultura e identidad.

Sin dudas, más allá de los aportes que integran esta publicación -ricas por su variedad, tanto desde la teoría como desde la práctica- lo más importante es la construcción de espacios de intercambio y diálogo, sitios que permitan tejer redes y fortalecer las tramas de la artesanía argentina.

 

Artesanía online

Alfombras de lana de oveja, prendas inspiradas en ruanas y ponchos y accesorios de cuero de cabra son algunos de los objetos de Fibra, la nueva tienda online del Instituto nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Cerca de 270 familias de la Quebrada y la Puna jujeñas, los Valles Calchaquíes y la Puna catamarqueña integran este emprendimiento que, como explica Marcela Duhalde, respondable del área INTA Diseño y directora creativa del proyecto, tiene como fin “acercar el saber artesanal con identidad local a nuevos mercados”.