vAriana. Ese será su nuevo nombre de ficción partir de mañana a la noche, cuando Millennials, la “nueva tira hot” que produce Gastón Soffritti, llegue finalmente la pantalla de Net TV. “Ya estoy muy encariñada con mi personaje -revela Laura- Es hija de un millonario, no trabaja y vive con su novio (Nicolás “Tacho” Riera), que es un pirata total. Pero ella lo sabe. Es tan segura de sí misma, que no le importa. Lo sabe manejar perfectamente”, adelanta a la vez que afirma no sentirse parte de esa mentada generación. “Soy la anti millennial. Para empezar, la tecnología de hoy me supera ampliamente… Para mí el mundo tecnológico siempre se resumió en un par de ‘cajas’: la de la tele, la de la compu y listo. Pero después lo virtual explotó por todos lados. Y yo con el celular, por ejemplo, no me llevo. No me gusta estar pendiente de él ni que me obliguen a estarlo. Uso redes sociales pero un poco me agotan. ¿Qué necesidad hay de documentar todo, todo el tiempo? Esta generación te empuja a eso”, afirma.
-¿Sentís que si no te sumás, te podés llegar a quedar “afuera”?
-(Piensa) Mirá, en algún punto yo siempre fui un sapo de otro pozo. No me gusta ir detrás de la masa. No fui así con mis amigas, ni con la moda, ni con nada de lo que se supone que hay que hacer o copiar… Siempre voy por lo mío, jamás sigo al rebaño.
-¿En qué cosas concretas creés que hiciste tu propio camino?
-Todas mis amigas, por ejemplo, empezaron a salir de noche antes de los 15 y yo recién empecé hacerlo después de los 17. Recién a esa edad fue mi primer beso, en el viaje de egresados, imaginate…. ¡Y mi primera vez fue a los 21! (ríe). Como verás, soy bastante tranquila, me tomé mi tiempo para todo y no me dejé llevar nunca por la ansiedad de los demás. Mis dos padres (N de la R: la “trilliza de oro” María Eugenia y el polista Horacio Laprida) también son así y en definitiva es un poco lo que nos inculcaron a todas.
-Te criaste en el mundo del polo. ¿Cómo te llevás con ese ambiente?
-Bien, aunque siempre lo sufro bastante. Me parece un deporte súper violento. No entiendo cómo hacen las mujeres de polistas para dormir tranquilas.
-Intuyo que tu novio Eugenio, no juega…
-No, nada que ver. Jamás tuve un novio polista. Cuando era chica, mi abuelo se cayó de un caballo y a raíz de ese accidente empezó a perder la motricidad del cuerpo a una velocidad increíble. Fue muy duro y me marcó mucho. Quizá por eso nunca me metí tan de lleno en el ambiente del polo. Sí voy a ver a mis hermanos y primos pero hasta ahí llego. Además, los polistas viajan mucho. Cuando sos mujer de un jugador, tenés que postergar tu vida en pos de su carrera. Y yo eso jamás podría hacerlo. En todo caso, que mi novio deje su vida por mí. ¿Por qué siempre tiene que ser al revés? (sonríe).
-¿A qué se dedica tu novio?
-Es carpintero, empezamos a salir cuando fue a tomar las medidas para hacerme una biblioteca en el living. Literalmente busqué la excusa perfecta para meterlo en casa… Sí, ya lo tenía fichado. Igual ojo que el mueble quedó hermoso. Y me costó una barbaridad… (ríe).
-¿Conviven?
-Sí, hace un año y medio ya. Yo soy un desastre, desordenada, caótica, él es un santo, pobre. Nuestro gran tema hoy es que aunque convivimos, no nos vemos tanto como quisiéramos. Él se levanta a las seis de la mañana para ir a trabajar a Ituzaingó y vuelve bastante tarde. Ahí cenamos, yo me pongo estudiar los guiones y después compartimos un pequeño tiempo antes de dormir. Sin ir más lejos, nuestro mayor momento de charla es cuando él vuelve de su trabajo manejando y se pone el celu en modo manos libres. Te juro.
-¿Y los fines de semana?
-Es que en este último tiempo mis fines de semana cambiaron por completo. Mi vida cambió por completo… Hoy tanto el sábado como el domingo son para mis dos sobrinos (N. de la R: César, de 11, y Cala, de 5, hijos de María Eugenia, o Geñi, su hermana mayor que falleció en junio de este año a causa de un cáncer mama). Estoy a total disposición de ellos, tratando de aportar como pueda a la vida de dos chicos que se quedaron sin madre. Termino emocionalmente agotada, sí, pero es lo que se necesita hoy. Por suerte mi novio me recontra banca en eso y en mucho más.
-Como bien decís, tu vida cambió por completo…
-(Suspira) Así es. Y lo que sucedió con mi hermana es algo que está todos los días en mi cabeza. Lo que crecimos en este tiempo con mi hermana más chica (Pilar, de 26) no tiene nombre… Al principio me generó muchísima bronca, sobre todo porque teníamos mucha fe en su recuperación. No porque negáramos la gravedad del asunto sino porque realmente le pusimos y dejamos todo. Ella en primer lugar y también nosotros. Estos últimos dos años fueron vivir en torno a mi hermana, levantarnos y pensar en ella, ayudar y aportar en lo que sea. Vivíamos alrededor suyo. Y cuando se nos fue nos miramos con mi hermana y dijimos: “¿y ahora?”. Y en seguida tuvimos que reconectar con esta nueva realidad y con los que quedamos acá, principalmente con mis sobrinos… No tiene explicación lo que sucedió, no tiene lógica. (Hace una pausa). Cada uno hace lo que puede. Una de las cosas que aprendí en este tiempo es la importancia de la mirada adulta para los chicos. Hoy a Cala le decís algo y enseguida lo toma, lo adopta como lo que es, la voz de autoridad y referencia. El padre, por suerte, está súper presente, es un padrazo que lleva toda esta situación como un campeón. Súper tranquila me quedo con él.
-¿Sentís que hiciste el duelo en medio de todas estas nuevas obligaciones?
-En eso estoy. Se lo dije a toda mi familia desde el comienzo. En realidad fue algo que nos dijimos entre todos: “tenemos que darnos el tiempo para hacer el duelo”. Cada uno a su manera, claro, pero ese proceso tiene que estar porque sino después eso estalla por todos lados. Soy la primera en estar para lo que necesiten mis sobrinos, pero soy consciente de que también tengo que ocuparme de mí. En ese doble trabajo estoy. Por eso te digo que mi novio es un santo, me banca en todas. Es híper comprensivo. Y agradezco a full el tipo de relación que tenemos, los dos somos muy independientes y compañeros en todo. Si un fin de semana me lo tengo que pasar entero en Pilar está todo más que bien.
–¿Tu novio es celoso? Pregunto porque no pertenece al medio y a veces puede ser complejo entender las reglas del mismo…
-Es cero celoso. Yo tampoco lo soy. Nos contamos todo. Si yo tengo que garbar escenas hot, por ejemplo, él es el primero en enterarse. No hay temas tabú entre nosotros. Para nada.
-¿Ve esas escenas? No debe ser fácil para él toparse con una escena hot como la que hiciste con Benjamín Alfonso para Rizhoma Hotel…
-Esa justamente la vio. Mucho tiempo después igual. Y me dijo que le costó hacerlo pero aun así me terminó felicitando por mi trabajo. ¿Ves que es un santo? Ahora con Millennials veremos qué le sucede. El tema es que es una serie muy sexual y mi personaje prueba realmente de todo. Me arriesgo a vaticinar que no va a querer estar en el día a día de mi personaje…
-¿Te resultan difíciles esas escenas?
-Sí, claro. Aunque no lo creas, soy súper tímida. Mis amigos siempre me preguntan: “¿pero cómo hacés para simular algo así y que no te pase nada? ¿Cómo hacen los actores?” Y yo respondo lo mismo siempre: lo único que querés en ese momento es que la escena se termine. Y actuás en consecuencia.
-Volviendo a tu vida personal, ¿aparece en tu horizonte cercano la palabra casamiento?
-No. Estoy muy bien así. No necesito hacer una fiesta para demostrarle nada a nadie. Soy feliz con mi novio, lo amo y es la persona que elegí para el resto de mi vida. Bueno, para los próximos diez años al menos, para toda la vida suena muy fuerte… (ríe). La verdad es que aún hoy sigo rodeada de gente que se casa sólo porque es el paso a dar o lo que manda el deber ser y a mí eso me vuelve loca. Lo mismo con el tema hijos. No sé si seré madre algún día. De hecho lo que hago hoy con mis sobrinos es lo más parecido a ser madre y estoy súper dedicada a eso. No me va lo de ir cumpliendo los pasos obligatorios de la vida. En absoluto. Como te decía antes, no soy una chica convencional. Para nada.
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