Para celebrar el aniversario de la firma Christian Dior, el Museo de las Artes Decorativas, gran conservador y protector de los bienes culturales franceses, celebra el talento de la casa con una magnífica exposición pocas veces vista en su recinto. La muestra retrospectiva ocupa unos 3000 m2, distribuidos en diferentes salas -con escaparates acordes a cada época- que fueron ambientados con una escenografía realizada por Nathalie Criniére. Recorriendo los diferentes rincones, los visitantes comprenden el ingenio y el talento de un hombre que supo captar la necesidad femenina después de la guerra.
Florence Müller y Olivier Gabet, los dos curadores de la exposición, trazaron un camino cronológico de la casa Dior desde su apertura, en 1947, hasta nuestros días. Couturier du Rêve (diseñador del sueño) comienza con una serie de fotografías de archivo donde se puede ver a Christian Dior con su delantal blanco de atelier depositando en las telas sus sueños más preciados. Entonces, el modisto ya demostraba un talento avant garde al servicio de la femineidad. En el recorrido se evidencia la evolución creativa del couturier desde que abrió la casa hasta su desaparición en 1957.
En los distintos espacios se pueden ver croquis, fotografías de sus primeros éxitos, algunos de los cuadros en los cuales se inspiró para crear, muebles, sombreros, bijoux y alrededor de trescientas prendas que transportan a los visitantes a un universo paralelo regido por la libertad creativa y el talento del savoir faire, manifiesto en los detalles característicos de la alta costura.
De principio a fin, la exposición Christian Dior: couturier du rêve da cuenta de la importante contribución que el modisto francés hizo al desarrollo de la alta costura.
Todavía sorprenden las ideas de un hombre que supo atrapar con sus manos el aire del tiempo convirtiéndose en un referente mundial de la moda y la belleza. Christian Dior era un apasionado del arte y a eso dedicó su carrera: cultivar la estética fue su razón de vivir. Como un arquitecto, construyó el estilo poniendo su impronta en cada pinza y cada recorte; dejando en la tela su huella de identidad.
El creador sorprendió al mundo en 1947 cuando presentó New Look, su colección primavera verano. En esa época, debido a las necesidades del tiempo de guerra, la silueta femenina era muy masculina y el francés revolucionó la moda con su mujer flor; optó por siluetas que marcaban las curvas, dio relevancia a los escotes, apostó a los bordados en cascadas, se distinguió por las cinturas marcadas, subió a la pasarela faldas redondas y vaporosas y delineó la chaqueta Bar, que se convirtió en una de esas prendas cuyo nombre trasciende épocas y espacios.
Dior logró que Paris se convirtiera en el centro de la moda mundial. Fue un apasionado del siglo XVIII y un enamorado del aire libre, de allí su necesidad de recrear los jardines de Claude Manet en sus prendas. También solía tomar como punto de partida para sus colecciones cuadros de pintores románticos que hoy están colgados en las paredes del Museo de las Artes Decorativas. Además, es estas obras, los empapelados de la época, las esculturas y hasta de las porcelanas chinas rindieron de marco creativo al couturier y hoy sirven como contexto para apreciar sus trajes. Todas estas influencias marcaron a fuego la identidad de la maison y dejaron sentadas las bases para quienes continuaron al frente del equipo creativo de la firma: Yves Saint Laurent (1957-1958), Marc Bohan (1958-1989), Gianfranco Ferré (1989-1997), John Galliano (1997-2011), Raf Simons (2012-2015) y María Grazia Chiuri, quien en 2016 se convirtió en la primera dama en estar al frente de la casa Dior. Cada uno de ellos aportó a la firma su propio estilo, acorde a la trayectoria personal, pero con la condición de adaptarla a la identidad de un hombre que ya no está.
De principio a fin, la exposición Christian Dior: Couturier du Rêve da cuenta a la importante contribución que el modisto francés hizo al desarrollo de la alta costura y de la importancia que tienen los ateliers en este metier que precisa de mano de obra extremadamente calificada. El broche de oro de la exhibición, que también tiene un espacio dedicado a la perfumería (otro de los distintivos de la compañía) es una inmensa colección de trajes de noche que pasearon por el mundo como Christian Dior quería: femeninos, elegantes, delicados y majestuosos.
RSS
G Plus
Facebook
Twitter