Hace tiempo que vive “su año”. Pero este 2018 es realmente especial. ¿Por qué? Al estreno de la película Recreo, se le suma la primera producción de Netflix a nivel global sobre el Papa Francisco (él lo interpreta desde la juventud hasta sus 50 años) y la tira que vendrá a ocupar el prime time de Telefé, 100 días para enamorarse, en donde vuelve a compartir elenco con Carla Peterson. “¡Somos la pareja de los años!”, cuenta entre risas a pocos metros de la actriz con quien también trabajó en el filme estrenado el jueves pasado.
En pareja hace 20 años con la psicóloga Laura y padre de dos hijas, ¡ahora actrices!, Amanda (12) y Carmela 8, el actor de 42 se mueve en el turbulento mundo del espectáculo como pocos: con bajo perfil, mucho talento y pura amabilidad, reflexión y sonrisa.
-En Recreo hay tres parejas que “sobreviven” como pueden a los hijos, los deseos, la infidelidad y la vida burguesa, ¿este papel te hizo repensar mucho el amor de pareja?
-Sí, claro. Me di cuenta de que existe mucha gente de mi edad que cree -como mi personaje- que es mucho más liberal y progre de lo que realmente es y en realidad son muy conservadores, cuadrados y reactivos en materia de amor. Son parejas que son cultas, fueron a la universidad, tienen un buen pasar y sus valores se contradicen totalmente con su accionar.
-Y muestran unas ganas tremendas, especialmente los varones, de volver a la rebeldía de otra edad, ¿te sucedió en algún momento?
-No. Nunca me lo planteé. No creo en esa construcción masculina de estar atrapado y preso en la familia y que un hombre está hecho para la aventura. No tengo cuentas pendientes, es más cada vez trato de estar conectado con lo que me pasa ahora, en este momento. Eso me parece un montón y me ocupa mucho.
-¿Qué opinás sobre la infidelidad?
-Es simplemente un acuerdo de las parejas y puede ser tan abierto y diverso como la cantidad de parejas que existen. No creo en la fidelidad como concepto, sino como acuerdo entre dos.
-Tu personaje es un “macho alfa”…
-(Interrumpe) Sí, y yo no lo soy en absoluto (risas). No tengo esa energía, carezco de la necesidad de liderar, tener siempre la razón, la palabra justa y creer que puedo resolver todo todo el tiempo. Culturalmente el hombre está parado siempre en el lugar del hacer y no en el de escuchar. Soy competivivo y envidioso y tengo miles de defectos más, pero este, no. De hecho me divierte más en universo femenino que el masculino. Eso es súper aburrido, prefiero y trato escuchar.
-¿Es tan complejo sobrevivir a los 40, al amor, a los hijos, a la logística familiar…?
-Creo que no tiene que ver con la edad, sino con el momento de cada matrimonio. Las parejas de muchos años son muchas parejas en una, uno se vuelve a casar muchas veces. Se van renovando y reactualizando temas y sino, se termina y comienza otra cosa. En mi caso sigo teniendo curiosidad por mi pareja y es recíproco. No creo que la perdurabilidad del amor sea un valor en sí mismo. Si el vínculo funciona bien me parece una construcción hermosa, sino algo a lo que hay que tratar de ponerle un final.
-Cambiando de tema, tus hijas están rodando una película, ¿cómo surgió la idea?
-Sí, las buenas intenciones que dirige Ana Blaya. Ambas estudian teatro y hace rato que estaban con ganas de actuar. Hicieron un casting en el que buscaban dos hermanas de la edad de ellas y quedaron. Yo no las incentivé, pero noté que estaban muy entusiasmadas, entonces las acompañé de la mejor manera que pude.
-¿Qué te ocupa y preocupa de su crianza?
-Las cuestiones de género las tienen muy asimiladas, por suerte. Es algo que charlamos permanentemente. Cada vez estoy más convencido de que van absorviendo del ejemplo que de la bajada de línea de uno. Simplemente las trato como quiera que me traten y traten al resto y de esa forma les transmito enseñanzas.
-¿Qué hacés entre trabajo y trabajo? ¿cómo disfrutás del ocio?
-Viajo cuando puedo. Ese es mi gran placer. Escribo guiones -tengo planes de hacer mi segundo largometraje- y paso mucho tiempo con las chicas. La semana pasada fuimos a la jugutería y compramos el T.E.G. Y el Monopoly y jugamos muchas tardes. Ahí encuentro el momento para charlar con ellas, en el juego aparecen temas que quizá no en una conversación tradicional.
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Netflix para la película Papá Francisco?
-Espectacular, fue muy bueno trabajar con el director Fernando Meirelles y con Jonathan Pryce, ensayámos mucho en Londres y nos vimos mucho acá. Tenemos un lindo vínculo, salimos a comer con nuestras respectivas parejas y estamos en contacto por chat. Volver a filmar a Londres luego de haber estudiado actuación allá fue reconfortante, ver cómo son las vueltas del destino.
-¿Cómo fue ponerte en la piel de Bergoglio?
-Interesantísimo. Vi miles de horas en video de Bergoglio, me parece un personaje apasionante. Tiene una vida muy interesante y sobre todo con este destino inesperado que es ser Papa. Es un ser muy carismático y, en un punto, revolucionario.
-¿Tenés un costado religioso?
-No, para nada. Por el lado de mi papá tengo descendencia judía y de parte de mi mamá son drusos, que es un desprendimiento de los musulmanes, es una secta casa única que existe sólo en Israel, Líbano y Siria. De cristiano y católico no tengo nada.
-¿Qué opinás de él?
-Me parece que actualmente es el político internacional más interesante. Está llevando una agenda importante e inesperada y dentro de lo conservadora que yo considero que es la iglesia, siento que está haciendo algo muy interesante. Lo veo con muy buenos ojos.
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