Gonzalo es de esos interlocutores que le gusta charlar, reflexionar y, también, preguntar. Apenas se prende el grabador es él quien formula la primera pregunta. «¿Cómo se construye la voz de un entrevistado?», lanza y comienza hurgar en el oficio de los periodistas. Así, curioso, resultó este galán de Munro (35) que gracias a la literatura conoció «un mundo nuevo» que ahora trata de transmitir por todos los canales posibles. En mayo lanza su primera novela, además, participa de dos programas de radio literarios, en Notas al pie en Cultura y en Días como estos en Metro. Y acaba de estrenar la obra de teatro Perfectos desconocidos (dirigida por Guillermo Francella) en el Metropolitan Sura. Una pieza que se adentra en los secretos que todos tenemos guardados en nuestro teléfono celular.
-¿Te interpela el tema central de la obra?
-Sí, claro. A los de mi generación nos toca vivir la era de la comunicación y creo que esa es nuestra Guerra civil para llamarlo de alguna manera. El celular es realmente la caja negra de nuestras vidas. Todas las grandes historias universales hubieran sido diferentes si los protagonistas hubieran tenido celulares. No reniego de lo virtual, pero tengo un costado más romántico y el intercambio cara a cara es sumamente importante.
-¿Por qué caja negra?
-El celular sin que uno sepa conoce más de uno que cualquier otra persona. Es un retrato de todo: con quién hablaste, cómo, qué le dijiste, en dónde estuviste, qué buscaste… Si el aparato tuviera vos te hablaría de cosas que yo personalmente capaz ni podría repetir, porque muchas veces nos desconocemos a nosotros mismos.
-¿Creés que tiene que haber secretos y misterio en un vínculo?
-Para mí es súper importante la individualidad y la independencia. Me considero una persona bastante solitaria y por momentos ermitaña, necesito mis espacios propios. También hay algo de sociabiliza, mostrar y relacionarse con la gente que a mí me cuesta cada vez más. Todos tenemos, sin ser conscientes del todo, secretos… y más que nada en el celular.
-El primero de mayo lanzás tu novela Construcción de la mentira (editorial Alto Pogo) en la Feria del libro. Hace años que venís escribiendo, ¿por qué se dio ahora?
-Fue todo bastante orgánico y ya era momento, después de 4 años de trabajo, de que salga a la luz. Esta es la primera vez que me enorgullezco de algo que hice laboralmente. Seguramente saldrán despiadadamente a decir cosas y están en todo su derecho. Creo y estoy tranquilo de que la novela se defiende sola y tiene vida propia.
-¿Tenés rutina de escritura?
-Sí, escribo todos los días, porque para mí es un ejercicio. Lo hago a mano, en máquina de escribir y con la computadora. Tengo un gran quilombo (risas). Libretas en mi auto, en la mesa de luz, en la mochila, están desparramadas como si fueran tramperas por los lugares que transito.
-También estás haciendo radio, ¿este fue el año de animarse?
-Fue casual, comenzó a decantar solo, no planeé cambiar mi perfil ni mucho menos. Es algo que me pasa y lo comparto. No me siento un influencer literario como me dicen, ¡dején de ponerme rótulos! Subo un libro que me gusta en las redes y punto, recomiendo a una amigo lecturas, pero a través de una red social. Es más tengo muchos seguidores que me dicen: ¡subí otra cosa, Gonzalo!
-¿Qué hacés en el tiempo libre que te queda?
-Bueno, tengo dos hijos (N. de la r: con la actriz Brenda Gandini). Eso ya es una movida muy interesante e intensa. Nos estamos reestableciendo como familia, ya somos cuatro, cambió la estructura, tenemos dos hijos, un perro y un pez. Estamos todos tratando de encontrar nuestro lugar.
-¿Es muy diferente la experiencia de ser papá de una nena?
-Me agarró en otro lugar, yo esperaba hace tiempo ser papá de una nena, pero el nacimiento de Alfonsina (6 meses) potenció el cariño y el amor con Eloy (6) y lo llevó a un segundo nivel. Con ella todo es un mundo nuevo. Soy de nuevo un principiante, todo lo que funcionaba con Eloy no funciona con ella. Estoy descubriéndola.
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