Tiene algo de Lindsay Lohan, y en ese algo no habría que incluir las pecas ni los escándalos, materia de la que Flor ya demostró tener mucha más cintura que apego. Carismática por donde se la mire, Flor tampoco quiere ser “la chica del momento”, como lo fue quizá la colorada de Hollywood allá a comienzos de los años 2000, época en la que nuestra inquieta actriz y bailarina aún merodeaba los rincones de su Floresta natal. “Ser un personaje del momento es una suerte de prisión, te obliga a hacer cosas que quizá no querés del todo”, afirma tajante. Su nombre comenzó a repetirse en el medio gracias a Combate, el reality de Canal 9 que sin que nadie lo premeditara terminó siendo un semillero de nuevas figuras. De allí emigró al Bailando… de ShowMatch, certamen que ganó dos veces y que aumentó de forma notable su caudal de popularidad. El año pasado fue por su tercera victoria, pero a mediados del torneo sorprendió a todos con una impensada renuncia, motivada por sus nuevos trabajos: Mi hermano es un clon (tira que protagonizó hasta hace poquito en el prime time de El Trece) y Una semana nada más, la comedia que actualmente encabeza en el Teatro Nacional junto a Nicolás Vázquez (además productor de la obra) y Benjamín Rojas. Requerida por muchos, la joven de apenas 24 años se hizo finalmente un hueco entre ensayos y funciones para concretar su primera tapa con Luz. “Costó pero aquí estamos”, comenta divertida.
-A fines del año pasado tu nombre estaba en todos lados y hasta el propio Marcelo Tinelli festejó al aire que por fin te había podido tener sobre el cierre del ciclo…
-Sí, fueron momentos de muchos compromisos cruzados. Mis días arrancaban a las 5 de la mañana y terminaban post medianoche o de madrugada… Me acuerdo que llegaba a lo de mi novio (N de la R: Nicolás Occhiato, a quien conoció en Combate), le daba un beso y me iba a dormir.
-No debe haber sido fácil para vos bajarte de un éxito como el de Tinelli…
-La verdad es que tengo muchísimo que agradecerle a su programa y a su productora. Pero en ese momento me reventaba la cabeza realmente, tenía miles de jefes y todos súper grosos encima. Mirá que yo siempre fui soñadora eh, pero la realidad había superado mi imaginación. Protagonizar en teatro, en televisión, estar rodeada de tanto talento y referente… Estaba a mil. En ese momento mi vieja me vio toda desbordada, me paró y me dijo: “pará un poco, no podés cumplir con todo el mundo. Tenés que pensar en vos”.
-¿Y le hiciste caso?
-Más o menos… Sigo queriendo hacer de todo y la realidad, además, es que hoy todos tenemos más de un trabajo, es lo que nos toca vivir. No me gusta la victimización para nada. Sí estoy intentando disfrutar un poco más y es por eso que cada decisión la medito mucho. Con la renuncia a ShowMatch, por ejemplo, sabía que sacrificaba popularidad pero sentía que debía hacerlo para seguir mi propio sueño: actuar.
-¿Qué aprendizaje te llevaste de la polémica que tuviste
allí al final con Laurita Fernández?
-Uff, qué difícil. No lo sé bien. Supongo que aprendí, y lo sigo aprendiendo, que al final de todo lo único que vale es mantenerte fiel a lo que sos. Yo nunca quise ir por el lado del escándalo en el certamen, recuerdo que en la primera edición me costó mucho eso, me sentía una muda total. Como no quería entrar en conflicto con nadie, sólo era pura sonrisa y frases hechas. Y no me gustaba nada. “¿Qué me pasa? -pensaba- si yo soy payasa y creativa…”. Y así pasó el certamen entero y al final llegó el campeonato. En el segundo fue un poco lo mismo, algo mejor parada, pero decidida a seguir sin conflictos. Y volvimos a ganarlo, con lo que sentí que la moraleja volvía a ser la misma: no hace falta entrar en escándalos.
-Pero en el tercero, la regla se rompió…
-(Sonríe) Lo que pasó es que en lugar de buena me empecé a sentir buenuda. Y ahí me dije: “Hasta acá llegué…”. Descubrí que en este medio hay mucha gente que se fija más en ellos que en el equipo. En la obra, por ejemplo, somos un gran equipo, no hay ningún egoísta que se manda solo y quiere brillar por las suyas. Y ahí es donde me siento más a gusto, sin dudas.
-¿Creés que era casi indefectible tu “rivalidad” con Laura, las dos chicas nuevas, que salieron del mismo lugar y que asoman como futuras estrellas?
-No. Yo estoy convencida de que ambas podemos laburar tranquilas y bien. Incluso nuestro entredicho yo lo quise solucionar de manera privada y no se pudo. De cualquier manera, sigo teniendo fe en que se puede hacer una carrera sin escándalos de por medio.
-¿Cómo se adaptó tu novio Nicolás a toda esta nueva realidad?
-Nico es la persona más sabia del mundo. Siempre tiene la palabra justa y además es un pibe súper trabajador, cero “figuretti”. Está muy metido en su carrera de conductor, trabaja en Rock&Pop y Net TV y a todo le pone la mejor de las ondas. Hoy en día por el hecho de ser “pendejos”, como nos dicen a veces, y a la vez por utilizar mucho las redes sociales un poco nos encasillan en el lugar de “huecos y sin cabeza”. Él defiende mucho la idea de que esta juventud puede hablar de temas serios sin problemas. Y te juro que es así, tiene
una cabeza increíble. A mí siempre me salvan sus palabras y su mirada de la vida. Está lejísimos de ser el típico banana por ejemplo.
-¿Saliste con muchos “bananas”?
-No, nunca. Tuve un solo novio antes de Nico, que se llamaba Pablito y también era un muy buen pibe. Estuvimos juntos durante tres años, fue una linda relación.
-¿Con Nico siguen sin convivir?
-Sí. Yo soy plenamente nómade, algo que se adapta muy bien a mi vida en este momento. Hoy no podría tener una residencia fija. Un día duermo en lo de mi mamá, otro en lo de una amiga, otro en lo de Nico y así. La obra justamente habla de la convivencia de pareja y en algún punto confirmó lo bien que estamos haciendo en mantener nuestros espacios…. (ríe). Si bien hemos compartido casa durante las vacaciones no dejó de ser una experiencia puntual, por un tiempo determinado. Siento que la convivencia genera una cosa medio peligrosa en la que por cualquier tontera podés terminar peleándote a muerte.
-También puede generar rutina y aburrimiento…
-Sí, es cierto aunque no creo que ese vaya a ser nuestro caso. Con Nico nos entendemos muy bien, somos novios, amigos, hermanos… (ríe). Fuera de broma, es mi persona favorita en el mundo. Compartimos el mismo humor, los mismos códigos y objetivos. Y a la vez nos mantenemos muy libres los dos.
-¿Creés que esa libertad se podría traducir en una relación abierta?
-Mmm, no creo. Siento que es casi lo mismo que cuando me preguntan si me casaría con él. La verdad es que no quiero quemar etapas, hoy estamos perfectos así. Y con esto me sucede lo mismo, me parece que si en esta etapa, de pleno metejón, ya nos ponemos a pensar en meter a otra persona en el medio o en tener historias paralelas, algún problemita hay. Dejémoslo para cuando tengamos 20 años de casados, con hijos grandes… (ríe).
-¿Tus amigas de dónde son mayormente?
-Del barrio, del club All Boys. Como la cuota mensual cubría cualquier actividad, yo me anotaba en todo: vóley, natación, danza… De ahí salió mi grupo principal de amigas, somos seis y nos llamamos Las Chulas. Somos íntimas desde muy chiquitas.
-Al comienzo de la nota dijiste que siempre fuiste muy soñadora.
¿Con qué soñabas de chica?
-Uff, con muchas cosas… Recuerdo que me ponía una camiseta de nylon y me ponía a imitar a Thalía y a Britney Spears. Me sentía una pop star total. También soñaba con protagonizar una tira, actuar en cine… Y escribía mucho. Cuando entré a la escuela de Julio Bocca fue una bajada a tierra total. No tenía ni idea lo que era la danza clásica, por ejemplo. Fue una etapa de mucho aprendizaje y esfuerzo. Y cuando comencé a estudiar teatro también fue caer a la realidad, empecé con esto de ir a mil castings y no quedar en ninguno… En esa época me junté con varios compañeros y creamos nuestra propia compañía teatral, Más que Cuatro se llamaba. Y ahí seguí soñando, pero ya con otros a mi lado. Flasheábamos que íbamos a llevar nuestras obras a China, una locura.
-Más allá de lo técnico y riguroso, hay algo medio indescifrable en tu profesión que tiene que ver con el mentado ángel o carisma. ¿Sentís que lo tenés?
-Creo que la mayoría que elige vivir de esto lo tiene, pero lo difícil en todo caso es lograr el equilibrio entre lo que te piden de afuera y lo que realmente sos. Todos tenemos nuestro color, nuestra esencia y el desafío pasa por escuchar a todos, aprender de cada uno y de cada proyecto pero sin despersonalizarte del todo. Siento que en medio de ese reto estoy… –
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