Sonrisa magnética, casi tan hechicera como sus ojos verdes. Joven, talentosa, exitosa y ahora, soltera. Eva de Dominici (23) se siente cómoda en sus zapatos y lo disfruta a fondo. Seduce, canta, baila y ríe antes, durante y después de la sesión de fotos. Está de un humor espléndido y si uno no supiera que acaba de romper el único noviazgo serio que tuvo, de nada más ni nada menos que dos años y medio de relación con Joaquín Furriel, no lo adivinaría. “Estoy bien, muy tranquila“, jura escueta al respecto del tema. Y luego de un silencio, dice un poco más seria que se alegra de que haya sido una ruptura sin ingredientes como “odio, rencor o terceros“. Y resume: “Joaquín es una persona que quise y quiero, siempre va a ser alguien importante para mí, tuvimos una relación hermosa“. Todo esto, en el universo que habita esta morocha argentina que eclipsa la pantalla cada vez que aparece, pero lejos, en la ficción que ocupa las carteleras de cine nacional, vive momentos de angustia.
Corrupción, narcotráfico, relaciones traumáticas, persecusión y muerte. Más o menos este es el marco en el que transcurre el film de Bárbara Sarasola-Day que la tiene como protagonista junto al gran Alejandro Awada (56). Él es el padre que la abandonó de bebé y la trama comienza cuando, años después, a la joven en problemas no le queda más remedio que recurrir este hombre casi desconocido con el que sólo comparte la sangre. La actriz asegura: “El guión me atrapó apenas lo leí y enseguida dije que sí. Encima estaba Alejandro, que además de admirarlo mucho, es el padre de una de mis mejores amigas, Naiara Awada. Lo conozco desde los 13 años, cuando nos iba a buscar a las clases de teatro de Julio Chávez para ir a almorzar. Fue una gran experiencia trabajar con él“.
Y así, cada vez mejor plantada, buscada por marcas internacionales como la italiana Yamamay por su belleza natural, sorprende al público esta muchacha que ya dejó a varios con la boca abierta cuando fue el amor tan tortuoso como apasionado de Leonardo Sbaraglia en el film Sangre en la boca (2016), después se lució en 2017 en la serie La fragilidad de los cuerpos con Germán Palacios, a principios de este año con el thriller de terror No dormiras y parece seguir apostando a papeles jugados, probando límites e imponiéndose desafíos. “Es lo que uno ama de esta profesión, ir por cosas nuevas, probar lo diferente. Cuando me llega una propuesta lo que más deseo es que sea bien distinta a todo lo que ya hice antes“.
-¿Tenés algo de Martina, tu personaje en esta historia?
-La trama es fuerte, pero no por el contexto del tráfico de drogas, sino porque se trata de lo que ocurre en los vínculos durante las situaciones extremas. Ella va al frente pero porque sabe que se juega la vida y lo hace con desesperación, fue un rol que ensayé mucho, sola frente al espejo, a los gritos, hay una escena en la que tengo que lograr un ataque de pánico, perder el control, verla después me impresionó. Me veo más madura, más mujer, creo que fueron años de mucho crecimiento los que pasaron. Era además un desafío grande porque consumo sustancias, cruzo bordes que nunca crucé y buscar esos lugares fue un trabajo arduo pero del que estoy orgullosa. El guión es de lo mejor que leí, cuando lo tuve entre manos me volví loca, no le veía falla. Me gusta que es una película de autor, es un thriller pero no es comercial.
-¿Qué haces para seleccionar los trabajos en los que te vas a embarcar?
-Me interesa pasar por distintos tipos de trabajo, por ejemplo en esta peli no hay absolutamente nada sexual. No pasa por ahí. Sí en La Fragilidad.. y en No dormiras era pánico, terror extremo, un género nuevo. Eso es lo que me interesa, poder pasar por diferentes estados.
-¿Tenés miedo a quedar encasillada?
-Jamás. Siempre te dicen cuidado no hagas un desnudo porque después no te vas a poder despegar. Para nada, no creo en eso. Para preparar un personaje hablo mucho con los directores, lo trabajoy todo lo que estudié de alguna manera funciona ahí, los años del San Martín, la academia de Julio Bocca, de Chavez, todo confluye y estás vos haciendo aparecer esa persona. Amo mi trabajo, soy super responsable, me comprometo con cada línea. Me gusta ser alumna, me gusta seguir formándome, estudio siempre. Entre cursos acá y afuera, no me quedo quieta.
-Te están llamando marcas de moda para ser su imagen, ¿te gusta?
me divierte, pero elegí la interpretación, no soy modelo, entiendo la estética desde el lugar de expresión porque soy actriz, soy coqueta, femenina y me gusta el juego con la cámara, por supuesto. Pero trato de no responder a ningún estereotipo.
-¿Cómo es eso?
-Hace un tiempo como sociedad estamos repensandonos. Ahora estoy leyendo un libro feminista que me está cambiando mucho la manera de ver. Se llama Teoría King Kong de Virginie Despentes. Presté atención a la sobrevaloración que hay sobre lo lindo o lo estéticamente bello físicamente hablando por sobre otras cuestiones mucho más meritorias que esa. Yo nací con esta cara, este cuerpo, estos rasgos, pero cultivé otras cosas por las que nadie me felicita tanto. Tomar consciencia de esas pequeñas grandes injusticias es parte de cambiar la cabeza, tanto del hombre como de la mujer porque el machismo no sólo lastima a la mujer, pone al hombre en un lugar horrible también de protector, proveedor, de no poder transmitir sus sentimientos, ser siempre el fuerte.
-Empezaste a trabajar a los 10 años en Chiquititas ¿Cuándo supiste que esto iba en serio y te querías dedicar?
-A los 17 más o menos decidí que hasta ahí había tenido un montón de oportunidades y las había tomado a todas. Pero que a partir de ese momento iba a tomar el volante, me iba a capacitar e iba elegir yo. Ahí me enfoqué mucho en la ténica.
-Y ahora tus elecciones están más cerca del cine que de la tevé…
-Es que desde el 2001 hasta el 2016 todos los años hice tiras. Diez años seguidos. Adoro hacer tele, pero quería probarme en otras pistas. Ya habrá tiempo de teatro también, si me animo y llega algo interesante. Es una cuenta pendiente.
-Qué es el amor para vos ¿un error en la matrix, un remanso, un huracán?
-Es muchas cosas. Pasa por muchas etapas. El enamoramiento es hermoso pero después se convierte en un amor más profundo y más de verdad. Ahí empieza verdaderamente creo yo. Estar enamorado, en pareja y sentir al lado un compañero de ruta es lo más lindo que te puede pasar. Pero ocurre que la amistad no necesita la cotidianeidad, algo así decía Jorge Luis Borges creo, y el amor sí. Aunque indefectiblemente eso, en algunos casos, lleve a su desgaste.
-¿Y cuándo estás en una relación qué es lo que más te gusta de andar de a dos?
-La libertad sin que eso sea contradictorio con el compañerismo.
-¿Soñás con ser madre o ni lo pensás?
-Me encanta, creo mucho en la familia, valoro más en esta profesión inestable llena de vaivenes la estabilidad emocional de un núcleo afectivo. Puede no ser familia biológica pero siempre un grupo de amor al que volver, con quién encontrarte es clave. En este momento son mis amigos, mi familia, pero en el futuro será un amor, hijos, quiero tener niños, aunque no ahora porque estoy abocada a mi carrera, no tengo pareja, pero cuando llegue el momento. Es lo que más quiero.
-¿Crees que te costó más o menos estar donde estás por ser linda?
-Tengo mi autoestima súper bien aunque nunca me creí la más bella ni una cosa de locos, no soy engreída ni me gusta hablar de mi belleza. Creo que te ponen en ese lugar porque la juventud. Hoy tengo 23 años y la gente endiosa que soy joven. Yo no reniego de nada, supongo que me ayudó a veces y otras colaboró al prejuicio. Yo creo que si no hay más que lo físico, hay lugares que me interesan a mí que soy actriz no podes sostener.
-¿Cómo eras de chiquita?
-Me trepaba a los árboles y me encantaba jugar con los varones pero también era súper femenina. Era capaz de pasar frío por ponerme ese vestido que combinaba con los zapatos. Insportable. De más grandecita era tímida. A veces no iba ni al baño para no pedir permiso para levantarme y pasar enfrente de toda la clase. En una época cerca de los seis años me ponía el pelo dentro de la capucha y actuaba como si fuera varón. Quería que la gente creyera que era nene. Y jugaba a eso ensimismada en mi papel. Cuando me salía y alguien se refería a mí como un nene era feliz.
-¿Qué cosas te hielan la sangre?
-Que todavía sea delito el aborto. Que no pueda verse como lo que es, un tema de salud pública, una deuda con los derechos de la mujer. Hay que entender que se trata de una cuestión de evolución social y con un modelo anterior cambió. Las leyes deben acompañar esto, yo misma no lo entendía hasta que me interioricé un poco, basta mirar países más avanzados y sus argumentos.
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