Hace muy pocas semanas se realizó en la ciudad un encuentro organizado por el Ministerio de Turismo de la Nación dentro del plan CocinAR 2017-27 que apunta al desarrollo del turismo gastronómico y a revalorizar la identidad de la cocina argentina. Si bien ya se viene realizando en otras partes del país, es la primera vez que llega tan al sur y por ello contó con el apoyo del Instituto Fueguino de Turismo.
Algo que interpretó de maravillas Santiago Tetelman Van Kemenade desde la cocina del restautante Las Hayas, quien además de utilizar los alimentos estrella recurrió a condimentos ancestrales y presentaciones impactantes. “Busco sorprender -dice el chef- por eso no dudo en usar una carcasa de centolla o hasta ramas o troncos del bosque para vestir los platos”.
Puerto de pescadores y más
A unos 50 km del centro de la ciudad, frente al chileno Puerto Williams (en la orilla sur del Canal Beagle), en medio de una naturaleza virgen, con un mar por momentos embravecido con grandes olas y con costas escarpadas, se encuentra Puerto Almanza. Allí, a metros uno de otro, florecen emprendimientos gastronómicos con orígenes muy diversos. A metros de las barcazas de este lugar de pescadores, minado de redes y transitado por apacibles caballos pastoreando, se yergue una cabaña de cuyo chimenea emana un seductor aroma a leña que por momentos somete al dominante olor a océano. El Rincón del viejo es un restó sencillo que abraza a los turistas con el calor de su salamandra y da la bienvenida gratificando los sentidos con la más deliciosa centolla. Creado por los hijos en honor a su padre, este reducto es un pequeño museo con redes y fotografias de las proezas que Carlos Cárcamo realizó en su vida como buzo y pescador, tanto en rescates de humanos naufragados en esos mares indómitos como en captura de este molusco tan preciado por su carne rosada y deliciosa. Allí se sirve centolla y centollón, siendo éste último el de patas más largas y sabor más intenso. También cazuela de mariscos y algunas minutas con sabor a hogar. Una experiencia que hay que atesorar y que conviene saborear al natural, con un toque apenas de Salsa Golf.
Un poco más adelante, adentrándose en camino de tierra y algo de bosque, se encuentra Ruca Kelleñ. Una idea de Andrés Loiza y su esposa, quienes en viveros se aventuraron a cultivar frutillas y frambuesas para vender frescas, convertidos en deliciosos dulces o bien en pasteleria de alguna de sus sucursales de El Artesano donde también hay delicias de ruibarbo.
El camino que bordea la bahía parece terminar pero no es así. Depara más sorpresas. Una de ellas es la descontracturada y atractiva propuesta de la oveja verde. Este nombre insólito surgió justamente en una tarde de propuestas de bautismos que arriesgaron propietarios y vecinos tal vez como una fusión del cordero (protagonista del lugar) y el verde del entorno. Allí los que reserven su mesa por Facebook son agasajados por una carne cocida en estaca de la mano de Federico Pausello, gran asador y conocedor de carnes de la isla. La estadía en su cálido comedor o su deck (ambos edificados por sus dueños) que brinda una vista inigualable del mar de Puerto Paraíso, termina con tortas caseras de frutas, chocolate, almendras, dulce de leche tipo Rogel y también del preciado ruibarbo.
Historia viva
Basta con detenerse un segundo frente a la centenaria puerta de entrada para impregnarse de historia. Y no es para menos ya que Almacén de Ramos Generales, como su nombre lo indica, nos remonta en pocos segundos a un pasado de hombres y mujeres audaces, ávidos de progreso y modernidad. Corría 1913 cuando la familia Salomón comenzó con el almacén hasta 1960, década en la que el mundo definitivamente cambió. Luego el gran galpón que cobijó tiempos de prosperidad estuvo 40 años cerrado, con todo su patrimonio interior original (hay botellas, radios, tocadiscos, maquinas de escribir, calentadores, latas de bizcochos, faroles, cuadros y hasta balanzas y carteles de publicidades antiguas) a la espera de un visionario que los rescatara y les devolviera la gloria. El renacimiento llegó en 2004 con Enrique Chasco quien, además de devolverle valor al patrimonio, aggiornó el local con buena cocina y pasteleria francesa de la mano del experto francés David “Dodo” Dumont. El lugar, además de ser sumamente pintoresco y ofrecer facturas y cremonas adictivas (uno no puede parar de comerlas) ostenta muchas visitas internacionales como la más renombrada de Leonardo Di Caprio y su familia mientras filmaba El Renacido. A pesar de las sugerencias, el actor desestimó los frutos de mar y se dejó tentar por la clásica y poderosa milanesa a la napolitana.
Dulces tentaciones
Sobre una mesada sencilla Paula Rodríguez e Ileana Videla muestran orgullosas sus creaciones. A simple vista se trata de una apetitosa pasteleria que incluye scones, alfajores, mini rogeles, canastitas de chocolate y budincitos de limón y chocolate. Pero son mucho más que eso. Se trata de la primera resposteria creada en la ciudad para celíacos, sin TACC. “La idea es que la gente coma en los eventos lo mismo que los demás, que no se sientan excluidos, pero con las harinas correspondientes”, dicen estas socias pasteleras que se formaron motivadas como muchos por tener familiares con esta enfermedad. Venden en su local de la ciudad y también para eventos por encargue. “Recientemente empezamos a cocinar para los hoteles ya que muchos ya tienen conciencia de que deben tener opciones sanas y atractivas para los que tienen este trastorno autoinmune”, dicen. Otro reducto que hay que visitar y dejarse llevar es el que gestó Carlos Necchi. Se llama Choco al fin y desde su casa, a la que se asciende por una escalera de madera empinada y rodeada de coníferas tal cuento de Hansel y Gretel, diseña figuras de chocolate, chupetines, trufas, tabletas e imagenes acorde con festividades como Pascuas, Reyes o Navidad. Acompañado por la radio y la tranquilidad de un bosque que inspira a crear, Necchi inventa sabores todo el tiempo. Tal es así que en su laboratorio se pueden pedir bombones con Fernet o Champagne, tabletas con pimienta de canelo, curry, oliva y calafate y versiones rellenas con quinoa y arándanos secos.
Las distancias y los obstáculos administrativos para permisos y habilitaciones son parte de los escollos que Tierra del Fuego aún debe superar para que sus productos sean conocidos en todo el país. De cualquier manera, puedan o no saltar las fronteras, tierra adentro están a disposición del turismo y ahora aportan otro atractivo más allá de la nieve del Cerro Castor o del Faro del Fin del Mundo.
La centolla no es un molusco! Es un crustáceo!
Estuve el mes pasado y no encontré buenos lugares para comer. Todo de medio para abajo. Solo en la excursión de Lagos Escondido y Fagnano, muy bueno el almuerzo incluido en Las Cotorras. Nos alojamos en Las Hayas, me alegra que alguien use bien esa cocina, porque mis 5 cenas dejaron muuuuucho q desear.