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16/03/2018

Lo feo está de moda

Por Florencia Rodriguez Petersen | Nadie puede resistirse a la comodidad de un buen par de zapatillas. Hasta los diseñadores más exclusivos las incluyeron en sus colecciones. Grandes y llamativas, se convirtieron en objeto de deseo a pesar de su estética poco convencional.

¿Zapatillas haute couture? Firmas como Chanel y Givenchy lo hicieron posible. Combinar calzado deportivo con un vestido de fiesta sirvió para descontracturar looks de marcas clásicas. Las adoptaron los diseñadores consagrados y las firmas deportivas hicieron lo suyo aggiornando modelos. Pero parece que nada es suficiente y esta temporada -en realidad, hubo algunas advertencias- versiones de sneakers que, como mínimo, pueden ser catalogadas de exóticas se convirtieron en accesorio obligado. “En el nuevo milenio asistimos a una desarticulación del sistema de la moda”, señala la Laura Zambrini, doctora en Sociología de la Universidad de Buenos Aires y sigue: “Es decir que los códigos estéticos clásicos sobre la belleza al igual que los ritmos de la moda están atravesando una gran transformación. La tendencia conocida como ugly shoes es una expresión más de dicha crisis y se explica, en parte, porque hoy vivimos en una sociedad mucho más flexible en cuanto a valores, gustos y formas de vida”.

«La tendencia conocida como ugly shoes se explica, en parte, porque hoy vivimos en una sociedad mucho más flexible en cuanto a valores, gustos y formas de vida”.

Respecto a la denominación de esta nueva tendencia, Carla Ivaldi, Diseñadora especializada en Sustentabilidad, dice: “La palabra feo es una expresión arbitraria y subjetiva, me sorprende que los medios la usen con tanta liviandad. Aparte de eso, la moda siempre fue dictatorial e impuso estilos que muchas veces maltrataron al cuerpo, oprimiéndolo o moldeándolo en pos de configurar el arquetipo de belleza reinante. Hoy la comodidad, el confort y la funcionalidad son ejes centrales de las propuestas”. Ivaldi sostiene que en esta búsqueda los creadores toman ítems ajenos al propio sistema y se los apropian. “En este caso vemos elementos del universo outdoor que se convierten en objetos de lujo. Y este es el punto neurálgico en donde se provoca la extrañeza: la expresión ugly shoes supone un mestizaje extraño y ambivalente”, reflexiona. Cita como ejemplo las Crocs intervenidas por Balenciaga: de goma y horma ancha, pero con plataforma y apliques en piedras. “Son un objeto forzado a ser lujoso, a aparentar prestigio y elegancia. Se puede vincular a las vanguardias artísticas como el barroco o el kitsch”, sostiene. Tanto los medios especializados como los influencers a través de sus redes mostraron estas zapatillas (en las pasarelas y en las calles) y su uso comenzó a legitimarse. El cuestionamiento estético que parecía frenar a algunos, fue mutando hasta despertar fascinación. Y acá estamos, hablando del nuevo objeto de deseo entre las fanáticas de la moda: unas zapatillas a las que en el mismo ambiente se las identifica como “feas”.

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