Luz

RSS

G Plus

Facebook

Twitter

Cuando la comida intoxica
08/05/2020

Salud

Tres maneras de enfermar: comer mal, engordar y alterar la flora intestinal

La microbiota o flora es clave en nuestra salud. En el mundo hay ya una epidemia de obesidad y cada vez existe una relación más estrecha entre cómo cuidamos de ella, cómo comemos y cómo engordamos. Claves y consejos.

Por la Dra. María Alejandra Rodríguez Zía*

Con la epidemia mundial que tenemos de obesidad, es increíble la relación que estamos viendo entre cómo comemos, cómo engordamos y cómo nuestra microbiota intestinal (la comunidad de microorganismos vivos que alberga el tubo digestivo humano) se va alterando y enfermando.

Además, una microbiota enferma nos sigue enfermando, por eso está en nuestras manos hacer que esto se revierta. Hay trabajos científicos que demuestran que disminuyendo nuestra ingesta, sencillamente a través de un ayuno entre 1 a 7 días, hay una modificación para bien de la microbiota, produciendo un aumento de las bacterias buenas.

Si podemos llegar a una ingesta de menores calorías y mejor calidad de nutrientes, nuestra microbiota se curará.

Cuando caemos en la tentación de grandes comilonas, llenas de harinas, dulces, grasa y de alcohol, la microbiota enferma produce inflamación intestinal y arroja a nuestra sangre productos de estas bacterias, que han muerto en nuestro intestino.

Hoy se sabe que luego de una gran comilona, se corre el riesgo de intoxicarnos con estas endotoxinas, que pueden producir lesiones cerebrales.

La flora de los obesos

La flora obesógena es consecuencia de la dieta de los obesos, especialmente el fast food que se impone en las grandes ciudades de todo el mundo. Estas comidas son carentes de fibra; pensemos en una hamburguesa, que en su mayoría tiene carne y pan, con algunos vegetales.

Esto empeora cuando está asociado a las papas fritas y a un vaso enorme de gaseosa, con azúcar o con edulcorantes. Estos, por un lado son cancerígenos y por el otro estimulan la hormona que produce la grasa, que empeora las cosas aun más insulina.

Toda esta comida enferma nuestra flora y lleva a un desequilibrio, aumentando un tipo de bacterias llamadas firmicutes, que son uno de los principales productores de sustancias obesógenas.

Cuanto más rica sea la diversidad bacteriana, más fácil será mantenerse en el peso corporal. La riqueza bacteriana favorece la digestión de alimentos ricos en fibra o carbohidratos, y protege al organismo contra las bacterias malas, que son la causa de diversas infecciones y enfermedades.

La nueva clave en la lucha contra el sobrepeso pasa por centrarse más en los microbios que ayudan a reducir o controlar el peso corporal y, por ende, a disminuir la incidencia de otras patologías asociadas a la obesidad, como el colesterol, la diabetes, la hipertensión o los problemas cardiovasculares.

Genética, sedentarismo y dieta

Cabe aclarar que uno no es obeso solo por las bacterias que tiene, sino que lo es principalmente por su predisposición genética, el sedentarismo y por el tipo de dieta que lleva.

Respecto a esto, la flora transmitida desde la madre o por el medioambiente es un factor más que puede contribuir en la obesidad. La interacción de todos los factores es lo que condiciona el peso definitivo.

Otro factor que influye es que las dietas altas en grasas saturadas y azucares simples aumentan las bacterias que favorecen la absorción de calorías proveniente de los alimentos, las cuales no se absorben cuando hay otro tipo de flora predominante.

Es decir, no solo comemos más calorías con esta dieta, sino que además favorecemos un tipo de bacterias que degradan la comida de tal manera, que el cuerpo puede absorber más calorías de lo que haría con una flora normal. 

Las últimas investigaciones han demostrado que la baja presencia de bacterias en el intestino aumenta el riesgo de engordar. Una deficiencia que afecta a una de cada cuatro personas, entre las cuales el 80% padece sobrepeso.

Los mejores aliados

Para revertir los procesos de enfermedad en nuestra microbiota, las fibras han ganado un puesto muy importante en lo que respecta a su protección, puesto que son un alimento directo de la buena flora.

Una de las mejores fibras que podemos usar es el polvo de lino y sésamo, es decir lo que queda del lino y del sésamo, una vez que ya no tienen su aceite.

La fibra que queda, una vez que es fermentada, produce las sustancias llamadas lignanos, y con ellas nuestra microbiota genera moléculas llamadas enterolactona y enterodiol, con una función protectora demostrada contra el cáncer de mama, de endometrio y de próstata.

Otro aliado fundamental de la buena flora son los lactobacilos. Una de las mejores formas para ingresar lactobacilos es tomando kéfir de agua, de leche de almendras o de castañas.

Milk kefir grains on wooden spoon on top of a jar of kefir, photographed with natural light (Selective Focus, Focus in the middle of the kefir grains)

Hay trabajos de investigación que muestran que los microorganismos del kéfir, predominantemente lactobacilos y saccharomyces, in vitro, impiden el crecimiento de células del cáncer de mama, en mayor medida que los hongos y bacterias del yogur.

En cambio, si las células de estos cánceres se cultivan con leche, crecen. Esto tiene un valor muy grande para que destaquemos el uso diario del kéfir. También insistimos en el uso de prebióticos y probióticos para reparar una flora enferma por la mala alimentación.

S.O.S flora

Los síntomas a tener en cuenta y que pueden indicar la posible existencia de una flora intestinal dañada, alterada o disminuida son los siguientes:

Problemas digestivos e intestinales: Cuando nuestra flora intestinal se encuentra alterada surgen problemas y síntomas digestivos comunes, como por ejemplo hinchazón abdominal y gases.

Cambios en el hábito a la hora de ir al baño: Es común que surja estreñimiento, por lo tanto nos costará más ir al baño hasta que la flora no se regenere.

Cólicos intestinales: Habitualmente surgen molestias y cólicos en los intestinos, que causan dolor en la zona abdominal.

Aumento de las infecciones: Una flora intestinal dañada o alterada tiende a aumentar las infecciones, ya que nuestras defensas se encuentran debilitadas.

Menos trigo, más salud

El trigo está en todas partes, su proteína llamada gluten se encuentra adentro de muchísimos alimentos industrializados. El gluten tiene propiedades adhesivas que mantienen pegadas a las masas de panes y pasteles.

Por esta razón, en la industria de los panificados el gluten se agrega puro a la elaboración de los mismos. Esta propiedad de aglutinamiento o pegamento impide que, cuando hacemos la digestión, se absorban bien los nutrientes de otros alimentos y además produce constipación.

La constipación y la alteración de la flora, por comer grandes cantidades de gluten, es una epidemia. Cuando se dejan de consumir productos con gluten,  sobre todo el trigo, empiezan a mejorar varias patologías, especialmente digestivas, como la constipación, el meteorismo y también las enfermedades autoinmunes.

Si se evita durante dos semanas todo tipo de ingesta de gluten, notaremos una mejoría significativa de los síntomas.

Alimentos que mejoran la flora

Los probióticos, según los define la OMS, son «microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas ejercen efectos saludables en el huésped».

Existen probióticos naturales, que corresponden principalmente a productos lácteos fermentados (yogur, leche y quesos), vegetales, carnes y pescados fermentados, y productos alimenticios fortalecidos con probióticos. Por ejemplo:

Yogur: Rico en microorganismos es uno de los alimentos probióticos más comunes para recuperar y fortalecer la flora intestinal. Además, aporta otros nutrientes como minerales, vitaminas y proteínas de buena calidad. Existeuna gran variedad, enriquecidos con Lactobacillus GG, una bacteria que favorece la respuesta inmune.

Probióticos y prebióticos: Son productos ricos en bacterias vivas y en ácido láctico, útiles para fortalecer el sistema inmunológico. Se destacan sobre todo los prebióticos, que ayudan a la estimulación del crecimiento de las bacterias beneficiosas presentes en el colon.

Alimentos ricos en fibra: Como las frutas y hortalizas en general, especialmente la manzana, pera, fresas, kiwi e higos.

Raíz de jengibre: Es una opción natural maravillosa a la hora de mantener saludable nuestra flora intestinal, convirtiéndose además en un remedio excelente para cuidar nuestro sistema digestivo.

Kéfir: Los trabajos de investigación que demuestran que el kéfir tiene una actividad antimicrobiana, y que modula el sistema inmune regulando la microbiota intestinal. Esto sirve para muchas enfermedades como la alergia y el asma.

Sopa fría de Kéfir, verduras y huevos (Foto: Freepick.es)

Estos informes han dado lugar a un mayor interés en el kéfir como foco de investigación. El kéfir empieza a ser considerado con seriedad como un producto probiótico importante.

Chucrut: Al fermentar, las bacterias lácticas aumentan los microorganismos beneficiosos que mejoran la flora intestinal, reestablecen el pH del intestino delgado, mejoran el proceso digestivo y la absorción de nutrientes.

Chucrut

Chocolate negro: El cacao amargo es amigo de la microbiota, una buena razón para indicarlo.

Con 2 cucharadas de caco amargo en polvo durante 20 días, se modifica positivamente a la microbiota, aumentando los lactobacilos y bifidobacterias benéficos y mejorando la inflamación y la inmunidad intestinal.

Cacao amargo

Es una rica fuente de antioxidantes y posee cuatro veces más probióticos que cualquier producto lácteo. Su función principal es la de promover un mejor funcionamiento del intestino y fortalecer el sistema inmune.

*Dra. María Alejandra Rodríguez Zía: Médica Clínica UBA / Endocrinología UBA. MN 70.787. Instagram: @medicinaorthomolecular

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.